Juan Rulfo: El Llano en Llamas - Reseña de Cuentos y Temas Centrales

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El Llano en Llamas de Juan Rulfo: Reseña de Cuentos y Temas Centrales

Este documento presenta una reseña detallada de varios cuentos emblemáticos de la colección El Llano en Llamas (1953) del aclamado escritor mexicano Juan Rulfo (1918-1986). A través de estos relatos, Rulfo explora la dura realidad del México rural, la injusticia social, la soledad y la condición humana, utilizando un estilo narrativo único y evocador.

Nos han dado la tierra

Un narrador en primera persona relata en presente el arduo camino por el llano que recorre junto con tres compañeros. Bajo un calor sofocante, se dirigen hacia la tierra que el gobierno les ha prometido. El trayecto es tan agotador que apenas les permite hablar. En un flashback, el narrador recuerda cómo un funcionario del gobierno les anunció que fueran a trabajar al Llano Grande. Para ellos, es una gran decepción porque la tierra es tan seca y árida que resulta inútil para el cultivo.

“Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí. (...) este terreno endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.” (p. 40)

La Cuesta de las Comadres

Un personaje que habla en primera persona, sin presentarse, describe la situación de su pueblo. Todos los habitantes lo dejaron porque dos caciques, los hermanos Torrico, se habían apoderado de todo el terreno. El protagonista se considera amigo de los hermanos y hasta un día colaboró con ellos en el asalto de un arriero. Cuando Remigio Torrico llega y acusa al protagonista de haber matado a su hermano, este acaba con él con una aguja de arriero. Le revela al cadáver que él no había matado a su hermano, sino que fueron los Alcaraces.

Es que somos muy pobres

Un niño recuerda la catástrofe que vivió su familia. Una tormenta de verano arrasó la aldea y el agua se llevó también la vaca de su hermana Tacha. Este animal era toda la esperanza de la niña porque el padre se la había comprado como parte de su ajuar, para evitar que acabara prostituyéndose como sus hermanas mayores.

“Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. (...) El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha, y sus dos pechitos se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.” (p. 56)

El hombre

Un hombre huye por el bosque. Va dejando sus huellas, lo que facilita su persecución. Perseguidor y perseguido mantienen monólogos entrelazados que revelan paulatinamente que el hombre mató a la familia de su perseguidor porque este había asesinado a su hermano. Le torturan remordimientos por haber acabado con toda la familia, pero la oscuridad le impidió reconocer al enemigo, así que mató a todos.

En la última parte del cuento, un pastor de ovejas declara ante el juez que encontró al fugitivo, primero vivo y luego muerto. Lo acusan de encubridor, pero él asegura no saber quién era aquel hombre angustiado.

“Soy borregero y no sé de otras cosas.” (p. 65)

En la madrugada

El viejo Esteban, vaquero, trabaja en la hacienda de don Justo Brambila, quien mantiene relaciones incestuosas con su sobrina adolescente. Una madrugada, Esteban golpea a un becerro para separarlo de su madre. Don Justo, al contemplar el suceso, le propina una fuerte paliza de la que Esteban resulta malherido. Ese mismo día, don Justo aparece muerto, y se sospecha que Esteban fue el asesino. Este, sin embargo, no lo recuerda.

“Que dizque yo lo maté. Bien pudo ser. Pero también pudo ser que él se haya muerto de coraje. Tenía muy mal genio.” (p. 70)

Talpa

El hermano del enfermo Tanilo cuenta (en primera persona) cómo Natalia, su cuñada, y él mataron a Tanilo, empujándolo a emprender la larga peregrinación a Talpa. Pero después de haber conseguido su meta, los adúlteros no vuelven a hablarse debido al gran peso del pecado.

“Porque la cosa es que a Tanilo Santos entre Natalia y yo lo matamos. Lo llevamos a Talpa para que se muriera. Y se murió.” (p. 73)

Macario

Macario —un joven con discapacidad intelectual— mantiene a lo largo del cuento un monólogo para calmar su miedo. Está sentado en una alcantarilla, esperando que salgan las ranas para matarlas y comérselas, con el fin de que no despierten a su madrina. En su monólogo, algo caótico, el huérfano con discapacidad evoca su situación de marginado en el pueblo (donde le agreden con piedras), sus temores de ir al infierno después de morir, su hambre insaciable y sus ganas inocentes de chupar los senos de la criada Felipa, quien es su único refugio.

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