El Juicio de Paris: Un Debate Divino sobre la Belleza y el Destino

Clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 4,48 KB

El Juicio de Paris: Un Debate Divino

HERMES

Pero, de hecho, yo os guiaré. Pues yo mismo pasé tiempo en el Ida cuando, en verdad, Zeus amaba al jovencito frigio, y muchas veces vine aquí enviado por él para vigilar al niño. Y cuando ya estaba transformado en águila, y yo volaba al lado de Zeus, aligerando el peso del apuesto joven, si mal no recuerdo, lo arrebató hacia arriba desde esa piedra. Entonces él se encontraba tocando la flauta ante el rebaño en ese momento. Volando hacia abajo desde atrás de él, Zeus, rodeándolo ligeramente con sus garras y con la tiara sobre su propia cabeza, llevaba al niño asustado y con el cuello girado hacia atrás. Entonces yo, cogiendo la flauta, y Ganimedes, la lanzó lejos por el miedo… Pero, ¡oh, juez que estás ahí cerca!, hablemos con él. ¡Hola, boyero!

PARIS

¡Hola también a ti, jovencito! ¿Qué te trae por aquí ante nosotros? ¿O a qué mujeres llevas? Pues ellas no están acostumbradas a moverse por las montañas así de guapas.

HERMES

No son mujeres, sino que estás viendo, Paris, a Hera, Atenea y Afrodita. A mí me envió Zeus. ¿Por qué tiemblas? No temas, pues no es nada difícil. Él ordena que tú seas juez de la belleza de ellas. Pues dice: «Puesto que tú mismo eres bello y sabio en las cuestiones del amor, a ti te encargo la decisión». El premio del concurso lo sabrás leyendo la manzana.

PARIS

¡Venga, que yo vea también qué quiere! Dijo: «Que me la lleve la más bella». ¿Cómo podría yo, señor Hermes, siendo un mortal y rústico, llegar a ser juez de una visión tan extraordinaria y superior a lo habitual? ¿Cómo podría yo decidir? Pues juzgar cosas de tal naturaleza es propio de personas más sabias y experimentadas. Pero lo mío es juzgar qué cabra es más bella que otra, y eso sí podría juzgarlo según una técnica. Y todas ellas son igualmente bellas, y no sé cómo uno podría cambiar la vista de una a otra, pues no se quiere separar fácilmente. Donde se posa la primera vez, allí se queda y elogia lo presente. Y si se cambia a otro sitio, también ve aquello como bello y se detiene, y es cautivada por lo que está cerca. Y por completo fluye alrededor de mí, y me duele porque yo mismo, como Argos, no puedo mirar con todo el cuerpo. Y me parece que yo las juzgaría bien dando la manzana a todas a la vez. Además, ocurre que una es la hermana y esposa de Zeus, y las otras son sus hijas. ¡Cómo no va a ser difícil el juicio, incluso así!

HERMES

No lo sé. Excepto que no es posible apartarse de lo ordenado por Zeus.

PARIS

Solo una cosa, oh Hermes: convéncelas de que no lo paguen conmigo si dos resultan vencidas, sino que piensen que el fallo es solo de los ojos.

HERMES

Dicen que harán así. Es momento ya para ti de concluir el juicio.

PARIS

Lo intentaremos. ¿Qué podría pasar? Pero quiero saber, primero, si bastará con verlas tal y como están o también será necesario que se desnuden para la exactitud del examen.

HERMES

Eso sería decisión tuya, del juez. Ordena como quieras.

PARIS

¿Cómo que también quiera? ¡Quiero verlas desnudas!

HERMES

¡Desnudaos, vosotras! Y tú, mira con detenimiento. Yo me di la vuelta.

AFRODITA

Bien, oh Paris, en primer lugar, yo me desnudaré para que te des cuenta de que no solo tengo los brazos blancos y que no solo estoy orgullosa de ser de ojos grandes. Soy yo, uniformemente, toda bella por igual.

ATENEA

No la desnudes, Paris, antes de que se quite el cinturón, pues es un objeto mágico, no sea que te hechice mediante él. Además, sería necesario que no se presentase embellecida ni embadurnada con tantos coloretes, como verdaderamente una prostituta. Sería necesario que mostrara la belleza desnuda.

PARIS

Bien dice en lo que concierne al cinturón; retíralo.

AFRODITA

¿Y por qué no tú también, tras quitarte el casco, muestras la cabeza sin nada? Sino que vas moviendo el penacho y provocas miedo al juez. ¿O tienes miedo de que el verdoso de tus ojos quede al descubierto al ser visto sin lo que provoca miedo?

ATENEA

Según pides, tú el casco está quitado.

AFRODITA

Mira, también el cinturón está quitado.

HERA

Pero desnudémonos.

Entradas relacionadas: