Kant y Descartes: Ética, Razón y la Prueba de la Existencia Divina

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Ética Kantiana y la Filosofía de Descartes

La Ética Kantiana: El Deber y la Buena Voluntad

Kant fundamenta su ética en la constatación de que lo único inherentemente "bueno" es una "buena voluntad", es decir, una voluntad que actúa por deber, y no meramente conforme al deber. Este ideal, según Kant, es puramente racional y no debe basarse en sentimientos o emociones.

Kant distingue entre éticas materiales y la ética formal. Su propuesta es una ética formal, basada en el imperativo categórico, presente a priori en nuestra razón. Este imperativo nos indica cómo actuar, independientemente de nuestros sentimientos, emociones o intereses particulares.

La moral formal de Kant es una moral de la libertad, autónoma, ya que solo un sujeto libre puede establecer una ley que regule su conducta, al margen de cualquier condición sensible. La existencia del imperativo categórico postula la libertad, que Kant atribuye al ser humano como noúmeno, pero no como fenómeno o cuerpo sensible, ya que el ser humano, en tanto que organismo natural, no es libre.

Kant añade otros dos postulados a la libertad:

  • La inmortalidad del alma, como garantía de un progreso indefinido hacia la santidad.
  • La existencia de Dios, como garantía de que, tras el cumplimiento de nuestro deber en esta vida, disfrutaremos de una merecida felicidad.

Descartes y la Demostración de la Existencia de Dios

La búsqueda de certeza en la filosofía cartesiana lleva a Descartes a aplicar la duda a todo conocimiento que no sea claro y distinto. Cuestiona la validez de los sentidos, duda de la realidad misma y plantea la hipótesis del genio maligno.

Con el "cogito ergo sum" (pienso, luego existo), Descartes alcanza la certeza que buscaba. Sin embargo, este "yo" pensante aún no está seguro de la validez de sus pensamientos, por lo que necesita una garantía para sus ideas, que clasifica en tres tipos:

  • Adventicias: Procedentes de objetos externos.
  • Facticias: Producto de la imaginación.
  • Innatas: Inherentes al ser humano.

Las ideas adventicias y facticias, afectadas por la duda metódica, no pueden considerarse válidas inicialmente. No obstante, entre las ideas innatas, la idea de Dios como un ser infinito y perfecto no puede haber sido creada por el "yo", ya que este es finito e imperfecto. Solo un ser con esas propiedades pudo haberla transmitido al ser humano, demostrando así la existencia de Dios.

Descartes argumenta también que, siendo el "yo" una cosa que se piensa a sí misma y todas las perfecciones, el sujeto se habría dado a sí mismo la existencia y poseería esas perfecciones. Pero como es evidente que no se ha dado la existencia a sí mismo y es un ser imperfecto, la idea de esas perfecciones debe haber sido dada por un ser que las posea en sí mismo, lo que lleva a la conclusión de que han sido dadas por Dios.

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