Kant: Razón, Metafísica y la Postulación de Dios

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La Filosofía Crítica de Kant: Razón, Metafísica y la Postulación de Dios

Immanuel Kant, una figura central en la historia de la filosofía, consideró y sintetizó los resultados tanto del racionalismo como del empirismo. Su obra cumbre se centró en la investigación de los límites del conocimiento humano, lo que lo llevó a realizar una profunda crítica del conocimiento.

La Crítica del Conocimiento y la Metafísica

Kant se dedicó a la razón pura, y en su monumental obra Crítica de la razón pura (1781), sometió la razón a un riguroso examen con el fin de establecer la metafísica como una ciencia. En la sección de la Analítica trascendental, Kant estableció la improcedencia de un uso del entendimiento que rebasa la experiencia sensible, pues esto conduce a lo que denominó una ilusión trascendental.

El objetivo primordial de Kant era, precisamente, fundar la metafísica como una ciencia, ya que, en su estado pre-crítico, no lo era. Definió la metafísica como una actividad u objeto de la razón pura, a la que sometió a crítica. Para Kant, la metafísica es una disposición natural, una necesidad inherente a la razón misma. Sin embargo, a diferencia de otras ciencias, carecía de un progreso adecuado y mostraba una incapacidad persistente para llegar a acuerdos sobre su objeto y método.

Para ser considerada una ciencia, la metafísica, según Kant, debería ofrecer un conocimiento universal y necesario por definición.

La Existencia de Dios: Razón Teórica vs. Razón Práctica

Kant sostiene que no es posible conocer la existencia de Dios a través de una demostración racional, y por lo tanto, no es posible conocer a Dios mediante la razón teórica, ya que el conocimiento derivado de esta facultad se basa intrínsecamente en la experiencia. En este sentido, Kant critica vehementemente el argumento ontológico de San Anselmo, así como los argumentos cosmológicos y teológicos.

Su conclusión es rotunda: la existencia de Dios no puede demostrarse racionalmente (es decir, mediante la razón teórica), puesto que el límite de la razón teórica es la experiencia, y Dios no es un objeto de experiencia posible.

Sin embargo, Kant no descarta la posibilidad de Dios. Sostiene que el único camino para "conocer" o, más precisamente, postular a Dios, es a través de la razón práctica. Para ello, formuló tres postulados de la razón práctica:

  • La libertad
  • La inmortalidad del alma
  • La existencia de Dios

Este último postulado es de particular relevancia para su sistema moral. Los seres humanos somos conscientes de la necesidad de cumplir un deber moral. Sin embargo, existe en nosotros un "fondo de maldad", pues aunque sabemos que debemos hacer el bien, no siempre lo hacemos. Esta lucha se manifiesta entre nuestras inclinaciones (los deseos que emanan de nuestro egoísmo) y nuestro sentido del deber, impulsándonos hacia un afán de perfeccionamiento moral que nos acerca a la santidad.

Pero, ¿por qué se produce esta lucha y cómo se resuelve? Las exigencias del orden moral no podrían cumplirse plenamente si no existiera un ser supremo que conectase la moralidad con la felicidad. Es Dios quien, como postulado, permite concebir el cumplimiento del deber y la realización de la ley moral. Es esa fuerza que nos impulsa a actuar como se debe.

La existencia de Dios se postula siempre a título de un ser inteligente, ordenador del universo y garante de la conexión entre virtud y felicidad. El pensamiento kantiano sobre Dios no se asemeja al de una religión dogmática tradicional, sino que se configura como una religión natural que culmina en una suerte de fe racional, fundamentada en estos postulados de la razón práctica.

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