Karl Marx: Historia, Lucha de Clases y el Camino hacia la Sociedad Comunista
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La Concepción Marxista de la Historia y la Lucha de Clases
Para Karl Marx, la historia comienza propiamente con la división del trabajo y la consiguiente propiedad privada. Anteriormente, existía un comunismo primitivo, la prehistoria, un período en el que aún no se había iniciado el proceso de evolución social. Desde la aparición de los propietarios, la sociedad se dividió en dos clases antagónicas: la clase explotadora y la clase explotada. Este conflicto dio origen a la lucha de clases, considerada por Marx como el motor de la historia.
Entre los elementos de la estructura económica existe una relación dialéctica, un conflicto inherente que se resuelve de manera dialéctica. Así, en cada una de las formas sociales históricas, se desarrollan nuevas fuerzas productivas que pugnan por desestabilizar la estructura consolidada. La historia, por tanto, progresa a través de la sucesión de diversas formas organizativas de la actividad económica. Todos estos sucesivos modos de producción se estructuran, por ende, en función de clases sociales antagónicas.
Los Modos de Producción según Marx
Los modos de producción distinguidos por Marx son:
- Asiático: Un pueblo domina sobre otros, los somete y los explota (ejemplos: Egipto y Mesopotamia).
- Antiguo o Esclavista: Los esclavos son la clase oprimida que realiza los trabajos serviles en beneficio de los ciudadanos libres (ejemplos: Grecia y Roma).
- Feudal: La clase dominante son los señores feudales (ejemplo: Edad Media).
- Capitalista o Burgués: Las dos clases antagónicas son el capitalista y el proletario.
La Revolución Proletaria y la Sociedad Comunista
Marx postulaba que la explotación se intensificaría progresivamente hasta alcanzar una situación insostenible, lo que conduciría a la revolución del proletariado y, consecuentemente, al fin de la historia tal como la conocemos, es decir, al fin de la división en clases sociales. Las superestructuras ideológicas, según Marx, se oponen al progreso y la justicia social. Por ello, la única vía para alcanzarlos reside en una revolución violenta, cuyo objetivo final es erradicar la propiedad privada, considerada la raíz de todos los males.
Una vez derrocada la superestructura, aún subsistirían en la mente de las personas los efectos de las ideologías dominantes, por lo que sería necesario un período de reeducación del pueblo. Durante este período transitorio, el proceso debería ser controlado por aquellos que han liderado la revolución, quienes representan al proletariado y conocen su meta: el partido comunista. Este período se denomina la dictadura del proletariado.
Cuando los individuos logren comprender la naturaleza perniciosa de la propiedad privada, la dictadura del proletariado dejará de ser necesaria y dará paso a una sociedad socialista en la que prevalezcan la igualdad, la justicia social y la libertad.