El lector modelo y la interpretación textual en la comunicación
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El lector modelo y la interpretación textual
El texto se crea con una serie de espacios en blanco que el lector debe completar. Este acto colaborativo permite múltiples interpretaciones, enriqueciendo el significado de la obra.
La importancia del contexto y la actualización
Para que un texto tenga sentido, debe ser puesto en contexto. El lector, al interpretarlo, lo actualiza llenando los espacios en blanco dejados por el autor con sus propias ideas y experiencias.
El autor, al escribir, tiene en mente un lector modelo, un destinatario ideal que guiará la construcción del texto. Este lector modelo influye en la elección de temas, el estilo y el tono de la obra.
El papel activo del lector
Los textos, ya sean abiertos o cerrados, presentan espacios que el lector debe completar. El autor, al prever estos movimientos, intenta guiar la interpretación del lector hacia el significado deseado.
Un texto exitoso es aquel que logra la interpretación que el autor previó. Aunque un texto pueda estar abierto a múltiples interpretaciones, estas siempre son contempladas por el autor durante el proceso creativo.
Incluso en textos cerrados o específicos, como afirma el autor, “no hay nada más abierto que un texto cerrado”. El éxito se alcanza cuando el lector empírico, el lector real, se acerca al lector modelo imaginado por el autor.
El valor de cambio-signo en la sociedad de consumo
En la sociedad de consumo, el valor de uso de los objetos se ve relegado. Los objetos se diseñan como símbolos, perdiendo su función práctica.
El valor de cambio-signo prima sobre la utilidad. Los objetos se convierten en marcas exteriores que reflejan la identidad, el estatus social y las aspiraciones del consumidor.
Estos objetos, carentes de una función específica, se crean como símbolos representativos del usuario. Constituyen una cultura individualista, basada en la satisfacción inmediata y la imagen proyectada hacia el exterior.
En esta fase consumista, los objetos pierden su valor intrínseco y adquieren un valor simbólico. Se convierten en herramientas de comunicación que transmiten información sobre la identidad, los intereses y el poder adquisitivo del consumidor.