El Legado de Alejandro Magno: Conquistas, Sucesión y la Dinastía Ptolemaica
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El Legado de Alejandro Magno: Conquistas y la Fragmentación de su Imperio
Más tarde, Alejandro se dirigió a Persépolis, capital de Persia. Después de robar los tesoros reales y apropiarse de un rico botín, quemó la ciudad, lo cual completó la destrucción del antiguo Imperio Persa.
Solo le llevó tres años, desde la primavera del 330 a. C. hasta la primavera del 327 a. C., dominar esta vasta zona. Para completar la conquista del resto del Imperio Persa, llegó a Babilonia en la primavera del 323 a. C., pero en junio contrajo fiebres y murió. Dejó su imperio, según sus propias palabras, a los más fuertes; este ambiguo testamento provocó terribles luchas internas durante medio siglo.
La Sucesión de Alejandro y los Diádocos
Al morir Alejandro a los 33 años, sus generales se disputaron su sucesión:
- Ptolomeo I administró Egipto.
- Seleuco, la satrapía de Babilonia.
- Antígono, la mayor parte de Asia Menor.
- Antípater retuvo Macedonia y Grecia.
- Palestina se convirtió en manzana de la discordia entre los Ptolomeos que ocupaban Egipto y los Seléucidas que se habían adueñado de Mesopotamia y de Siria.
La Dinastía Ptolemaica en Egipto
Se entiende por Ptolomeos a la familia macedonia que rigió Egipto durante el periodo helenístico, desde la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C. hasta que Egipto se convirtió en provincia romana en el 30 a. C.
La dinastía fue fundada por Ptolomeo, nombrado gobernador de Egipto por Alejandro, quien adoptó el nombre de Ptolomeo I. El reino prosperó bajo su mandato y el de sus sucesores. La capital del estado ptolemaico era Alejandría, que se convirtió en uno de los grandes centros comerciales e intelectuales de la Antigüedad.
Aunque no eran de origen egipcio, los Ptolomeos conservaron muchas de las costumbres del país. Preservaron las antiguas tradiciones arquitectónicas de Egipto, erigieron templos a los dioses egipcios en Edfu, Dandarah y otros lugares. El nacionalismo continuaba siendo fuerte y se manifestaba en frecuentes rebeliones.
El poder de la dinastía declinó bajo una sucesión de reyes débiles, especialmente cuando Roma comenzó a intervenir de modo creciente en los asuntos egipcios. La última y quizá más conocida gobernante ptolemaica fue Cleopatra, quien reinó primero de forma independiente gracias al apoyo de Julio César, y después al de Marco Antonio. Tras su muerte y la de su hijo, Cesarión, en el 30 a. C., la dinastía desapareció y Egipto fue anexionado al Imperio Romano por Augusto.