Legado Artístico: Fuentes y Sepulcros del Renacimiento al Barroco
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Fuentes Emblemáticas: Transición del Renacimiento al Manierismo
La Fuente del Acqua Felice
La Fuente del Acqua Felice, obra de Domenico Fontana, representa un modelo de fuente adosada a edificios que continuaría construyéndose. Posee un evidente carácter triunfalista, configurada como un gran arco de triunfo que consta de tres vanos. Está rematada con un ático que incluye una inscripción de Sixto V, y culmina en un frontón de líneas rotas y curvas, con aletones terminados en espiral, un tema renacentista que evoca el estilo dórico. Asimismo, incorpora elementos manieristas que rompen la verticalidad.
En los laterales, la fuente se remata con obeliscos, que acentúan la verticalidad en los extremos y enmarcan líneas con columnas corintias, decoradas con volutas unidas por guirnaldas. La pilastra que delimita lateralmente el ático y sobre la cual se asienta el obelisco busca romper la horizontalidad renacentista, destacando así la verticalidad barroca.
También surgieron fuentes aisladas utilizadas para decorar puntos importantes, como la de Gian de Bolonia. Dado que la Acqua Felice fue una fuente encargada por el papa, su decoración es meramente religiosa: Moisés en el centro y, a los lados, dos historias relacionadas con el agua: Aarón buscando agua en el desierto y Josué ayudando al pueblo a cruzar el mar Rojo. Al ser una fuente adosada, el punto de vista es frontal, un aspecto dominante en el Renacimiento. La figura de Moisés es frontal, con una curva praxiteliana; sus brazos son corpulentos por influencia de Miguel Ángel. Sobre su cabeza aparecen dos llamas, simbolizando los rayos o la influencia divina.
El Neptuno de Giambologna
En el agua, rodeado por las Nereidas (elementos mitológicos con carácter ornamental), se encuentra Neptuno plenamente desnudo, lo que permite apreciar el estudio de la anatomía. En el Manierismo, las formas se embellecen y exageran. A diferencia de la frontalidad del Moisés, esta figura gira en torno a la fuente, ofreciendo múltiples puntos de vista.
La composición manierista se caracteriza por ofrecer siempre múltiples puntos de vista, una característica que se heredará en el Barroco.
Santa María la Mayor: Arquitectura y Capillas Funerarias
Se trata de una basílica a la que, en la época moderna, se le incorporaron capillas funerarias, específicamente las capillas Sixtina y Paolina, pertenecientes a los papas Sixto V y Paulo V, respectivamente. Ambas capillas son muy similares en planta, adoptando una cruz griega centralizada, una tipología frecuentemente asociada a las capillas funerarias por su carácter simbólico. Culminan en una enorme cúpula centralizada, elevada sobre un tambor poligonal (de ocho lados) que la hace destacar notablemente en el espacio. La cruz griega es visible en el alzado.
La Fachada
La fachada del edificio, desde donde se aprecian las capillas, está articulada mediante la utilización de un orden gigante. Presenta un primer cuerpo con dos tipos de ventanas distintas (un rasgo manierista que transita al Barroco) y un segundo piso de diseño más convencional. Otro ejemplo de esta articulación en la fachada es la Basílica de San Pedro en Roma, donde también se observa la alternancia manierista que prefigura el Barroco. Sobre la cabecera, se encuentra un ático, un elemento que también se adoptaría en los palacios barrocos y sus fachadas. En San Pedro, también se aprecian los dos pisos.
El Interior de la Capilla Sixtina
El interior de la Capilla Sixtina es una magnífica cripta, también conocida como la Capilla del Pesebre, debido a que alberga una reliquia fundamental referente al nacimiento de Cristo. Esta reliquia era de suma importancia para Sixto V, dada su profunda devoción por la Virgen María y su significado en la creación del cristianismo. El principal escultor de esta capilla es Valsoldo.
Los materiales utilizados son exclusivamente materiales nobles: mármol, bronces y pan de oro. A pesar de su gran recargamiento manierista, no genera sensación de agobio; no hay espacios vacíos, sino un gran exceso decorativo.
En la parte central del retablo, se encuentra una escultura del papa Sixto V en actitud orante. Esta figura transmite un carácter de humildad y entrega, con el papa arrodillado, orientado hacia la reliquia de la cuna y con la tiara papal en el suelo (simbolizando humildad). A los lados, se observan relieves con las virtudes del papa.
Esta posición de la escultura es típica de la zona de Milán, España y Francia. Es una figura que procede del siglo XV y está en relación con las figuras de los orantes flamencos, una tipología que se adoptaría en la escultura barroca. Uno de los primeros ejemplos es el de la Cartuja de Miraflores en Burgos. La figura del Orante está compartimentada por columnas, y en la parte superior, culminando el conjunto, un frontón roto con el escudo del papa enmarcado por estípites con forma de Hermas (influencia de los estípites de la Capilla Sforza de Miguel Ángel).
Tipologías de Sepulcros: Evolución del Arte Funerario
El Sepulcro del Arcosolio: Prototipo Renacentista
Este tipo de sepulcro-retablo tiene sus orígenes a lo largo del Renacimiento (siglo XV), creándose un prototipo a partir del sepulcro del Arcosolio, obra del escultor Antonio Rossellino y dedicado a Leonardo Bruni (en la Iglesia de Santa Croce, c. 1450):
- Es una hornacina rematada en un arco de medio punto que simboliza el triunfo.
- Se apoya sobre un basamento de tipo romano y profano, además de estar adornado con guirnaldas (frutos y flores) que se utilizarán como símbolo de triunfo.
- Existen otros elementos decorativos como cabezas de leones o figuras de tipo monstruoso. En el Renacimiento, dominado por el antropocentrismo, todo se relaciona con la exaltación del difunto en el sepulcro, destacando la gloria que se le confiere.
Sobre la urna, se encuentra el sepulcro con una figura del difunto durmiendo, y la cama sostenida por águilas (frecuente en los sepulcros, ya que simbolizan la inmortalidad). La utilización de estos animales, sean monstruosos o no, es también una herencia de las antiguas culturas, donde representaban figuras protectoras. El conjunto se remata con la imagen de la Virgen con el Niño, actuando la Virgen como intermediadora. Finalmente, se incluye el escudo, que indica el nivel social del personaje, enmarcado por una corona de laurel o laurea.
El Sepulcro-Retablo de Andrea Sansovino
Este prototipo, que se repetiría con mayor o menor decoración, nos conduce hasta finales del siglo XV y principios del XVI, donde Andrea Sansovino (no Jacopo, quien fue su maestro) realiza el sepulcro-retablo de Ascanio Sforza en 1505, ubicado en Santa María del Popolo en Roma:
Se trata de una tipología de sepulcro-retablo, que consiste en un arcosolio enmarcado por calles laterales y un ático con las virtudes y la representación de varios santos. (Si se representan las virtudes, se refieren a las del personaje; los santos, a aquellos por los que el difunto sentía devoción). Nos encontramos en un período de gran humanismo, pero en el que el carácter religioso no desaparece.
El Sepulcro-Arco del Triunfo: Cardenal Mendoza
Otra de las tipologías de sepulcros es la del sepulcro-arco del triunfo, como el del Cardenal Mendoza en la Catedral de Toledo (1504):
Se encuentra en el presbiterio de la Catedral de Toledo, es enteramente renacentista y se relaciona con Andrea Sansovino, ya que durante esas fechas este trabajaba en la catedral, además de tratarse de un sepulcro de marcado estilo italiano. Se configura como un arco de triunfo más un arcosolio, con calles laterales y una estructura adintelada. Destacan los aleones que rematan el sepulcro.