El Legado de Sócrates: De Platón a la Filosofía Helenística
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El Mundo de las Ideas de Platón
Platón, el discípulo más importante de Sócrates, afirmaba la existencia de dos mundos: el mundo físico, material y cambiante que percibimos, y el mundo inteligible o mundo de las ideas. Este último, inmutable y perfecto, existe fuera del espacio y el tiempo, y contiene las ideas, que son las verdaderas definiciones de los conceptos universales. Según Platón, nuestras almas habitaron este mundo antes de nacer, y el conocimiento se produce cuando recordamos esas ideas. El nacimiento, con la introducción del alma en el cuerpo, provoca una especie de amnesia (conocer es recordar). Aquellos que despiertan en mayor medida el recuerdo de estas ideas (es decir, los filósofos) son quienes deben gobernar la polis.
El Legado de Aristóteles
Aristóteles, el discípulo más conocido de Platón, mantuvo una postura crítica con los sofistas, al igual que sus predecesores, y defendió la existencia de verdades objetivas. Durante veinte años fue discípulo de Platón en la Academia, y posteriormente fue tutor del joven Alejandro Magno. Fundó su propia escuela en Atenas, el Liceo, donde realizó una labor enciclopédica de clasificación sistemática de todos los saberes, desde la biología y la física hasta la lógica, la política y la ética.
La Filosofía Helenística
Tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C., se inicia la etapa helenística. La transición de la polis al imperio dio lugar a nuevas escuelas filosóficas: estoicismo, epicureísmo y escepticismo, entre otras. Estas escuelas se centran en la cuestión de cómo vivir para alcanzar una existencia más feliz.
El Neoplatonismo en el Imperio Romano
Durante el Imperio romano, estas doctrinas filosóficas persistieron. En los siglos III y IV, en Egipto, cobró importancia el neoplatonismo, con figuras destacadas como Plotino e Hipatia de Alejandría, quienes interpretaron la doctrina de Platón desde una visión mística.