Lenguaje, Conocimiento y Significado: Perspectivas de Wittgenstein
Clasificado en Filosofía y ética
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El Lenguaje como Forma de Vida
El lenguaje cumple una función simbolizadora que se refiere a un mundo de objetos, un mundo de significados actualizados en un discurso. De ahí su condición de elemento mediador entre el ser humano y la realidad. Nos relacionamos con la realidad a través del lenguaje. Tenemos realidad porque pertenecemos y porque vivimos inmersos en un lenguaje como ámbito envolvente. Por eso, según Wittgenstein, un lenguaje es una forma de vida.
El lenguaje tiene en su base una comunidad de vida, una cultura; es decir, el mundo no se presenta en el lenguaje como un objeto que se da a un sujeto, sino que se revela su sentido en un proceso comunitario como proceso de interpretación continua a lo largo del tiempo.
Por esta razón, mediante el proceso de interpretar la realidad e ir rectificando estas interpretaciones una y otra vez, el pensamiento se va corrigiendo y perfeccionando, adaptando a esa comprensión el contenido de la estructura lingüística.
Este carácter mediador del lenguaje entre pensamiento y realidad, por tanto, invalida la teoría instrumental del lenguaje que durante tanto tiempo se ha hecho valer. Esta teoría instrumental se basaba en el principio de que el lenguaje es un instrumento útil para expresar lo pensado.
Pero las palabras no son recipientes prefabricados para archivar en ellos las ideas. El mismo pensar es ya lingüístico, funciona como lenguaje, mediante el lenguaje. Aprendemos a pensar porque nos incorporamos al lenguaje común en nuestro proceso de socialización.
La Teoría Positivista del Conocimiento en el *Tractatus* del Primer Wittgenstein
La obra del gran filósofo Wittgenstein se considera uno de los puntos básicos para la comprensión de la filosofía contemporánea en su conjunto y, en este marco concreto, del problema del conocimiento.
Su pensamiento tiene dos etapas bien delimitadas (el primer y segundo Wittgenstein), representadas por sus dos obras más importantes: el *Tractatus Logico-Philosophicus* y las *Investigaciones Filosóficas*.
La tesis básica del *Tractatus Logico-Philosophicus* es que solo las fórmulas de la matemática y de la lógica, y los enunciados y proposiciones de las ciencias empíricas pueden tener pleno sentido. Todos los demás enunciados, incluidos los de la filosofía, deben ser conceptuados de antemano como absurdos.
La razón es que son los únicos enunciados que resultan verificables empíricamente, mientras que con respecto a las afirmaciones de la filosofía no hay modo de comprobar o de contrastar con la experiencia su contenido concreto.
Se establece, pues, la capacidad de verificación empírica como único criterio de todo sentido.
En esta primera etapa de su pensamiento, Wittgenstein no niega la existencia de todo lo que no puede ser expresado con sentido científicamente. No se rechaza, pues, lo metafísico. Lo que se niega es la posibilidad de conocerlo, relegándola a una experiencia de tipo místico.
Las conclusiones para la filosofía son estas:
- La filosofía debe renunciar a constituirse como una teoría o como un compendio de verdades sobre la realidad, sobre el mundo y sobre el ser humano.
- El establecimiento de contenidos teóricos corresponde en exclusiva a la ciencia.
- La filosofía sólo debe quedar como una actividad de clarificación de los conocimientos mediante una labor de análisis de la estructura lógica del lenguaje.
Significado y Reglas de Uso del Lenguaje en el Segundo Wittgenstein
En sus *Investigaciones Filosóficas*, escritas entre los años 1935 y 1945, Wittgenstein cree ahora que es necesario tener en cuenta la complejidad de los usos lingüísticos.
El lenguaje es una forma de conducta entre otras, con pluralidad de funciones: ordenar, describir, informar, etc., cada una de las cuales puede describirse como un juego de lenguaje.
Las proposiciones son significativas no porque sean (solo) «figuras o representaciones» de la realidad, sino porque son expresiones de estos juegos de lenguaje: los diversos y variados usos a que sirve el lenguaje. Estos usos del lenguaje manifiestan como característica común un cierto aire de familia que los asemeja y se someten a reglas, pero cada cual a las suyas propias. Por esto, el significado hay que buscarlo no en la verificabilidad de lo que se dice, sino en el uso que se hace de las palabras; o sea, es el contexto lo que da sentido a las palabras.
La tesis principal que sostiene el segundo Wittgenstein es, pues, que todo el lenguaje correcto es aquel que observa la correcta aplicación de las reglas en su uso; por tanto, toda palabra tiene sentido si es empleada en su contexto.
El sentido de las palabras lo dan las reglas.