El Lenguaje Oral en 'Los Santos Inocentes' de Miguel Delibes
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Los Santos Inocentes - El Habla Popular
Miguel Delibes nace en 1920 en Valladolid. Fue catedrático de Derecho Mercantil y periodista. Muere en 2010 tras no llegar a superar un cáncer de colon. Los Santos Inocentes es publicada en 1981, tomando como punto de partida un cuento publicado en 1966: La milana, que se incorpora al primer capítulo.
Características del Lenguaje
El lenguaje es condensado, esencial y ágil. El narrador adopta, como principal instrumento lingüístico textual, el lenguaje de base oral. Por otro lado, percibimos la presencia de un escritor que domina la lengua culta, el uso literario de la lengua y que intercala en el discurso oral numerosos fragmentos elaborados literariamente. En la narración destaca la abundancia de nexos conjuntivos, y sobre todo la conjunción copulativa “y”, cuyo uso reiterado es símbolo de oralidad. Además, es un rasgo de estilo el resalte de la ligazón entre las acciones y la transmisión de un efecto de agilidad narrativa y detallismo. Destaca también la sencillez formal, con predominio de proposiciones coordinadas, creando la impresión de que interesa sobre todo la concatenación de episodios; así, el discurso gana viveza expresiva.
Tono Oral y Estructura Narrativa
Donde mejor se observa el tono oral del discurso es en la extraordinaria flexibilidad con que se construye cada periodo narrativo. Sus rasgos son:
- Ruptura del orden lógico de los elementos en la oración (hipérbaton).
- Frecuentes enumeraciones y repeticiones.
- Expresiones contrastivas y numerosas elipsis.
- Particular uso del “que”.
Los diálogos alcanzan una enorme importancia, y sus rasgos más destacables son que están basados en el habla viva, coloquial y el uso del estilo directo (sin verbo de “decir”). Estos aspectos confieren a la novela verosimilitud, ausencia de artificio y fuerte impresión de realidad; además, con los diálogos conocemos el punto de vista de los personajes.
Formas de Iniciar el Diálogo
Para analizar el lenguaje de base oral del diálogo hay que tener en cuenta las formas de iniciarlo, que pueden ser:
- Con pronombres personales.
- Con vocativos.
- Con imperativos de percepción sensorial (mira, oye).
- Con interjecciones (ojo, vaya, chist).
Otra forma es mediante la cortesía, que viene exigida por el modo de vida y el contexto social, dentro de la relación amo-criado; el lenguaje cortés se transforma en el lenguaje de la sumisión y adulación. Otro recurso son las expresiones afectivas, propias del habla coloquial, con adjetivos, diminutivos, comparaciones populares, repeticiones afectivas, etc. (“ae, semejante cuerpo”). Por último, está la economía y comodidad lingüística; son frecuentes las elipsis verbales, sobre todo de “verbos de decir” o de sustantivos femeninos sobreentendidos y sustituidos por los pronombres “las” o “estas”, o las elipsis de preposiciones (a+la) o partículas comodines (pues, vaya).
El Léxico Rural en la Obra
La lengua castellana rural es una combinación de recursos del habla familiar y de la lengua vulgar, así como de un léxico y fraseología ya desaparecidos de la lengua urbana. Las características son:
- El trueque de pronombres (“para que no se me agrieten”).
- Nombres de los siervos, poco habituales (Facundo, Azarías).
- El apodo acompañando al nombre (Paco, el Bajo).
- El anteponer el artículo al nombre propio (La Régula).
También es propio del habla rural el humor, la socarronería de algunas expresiones; es un humor directo y elemental. Pero donde es más perceptible la naturaleza rural es en el léxico. Delibes rescata del olvido una serie de palabras que el progreso ha ido arrinconando. Este vocabulario añade riqueza léxica, precisión y claridad al lenguaje. Son los términos de los accidentes del terreno, la flora, la fauna y la caza. Hay también abundante fraseología (modismos, giros coloquiales), propia de zonas rurales, expresiones como “tal cual”, “sacar las uñas”, etc.