El lenguaje y el silencio en la comunicación humana

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LENGUAJE Y SILENCIO

Los hombres somos «locuentes», es decir, hechos para la comunicación. Somos locuentes porque nuestra vida es fruto de una llamada y consiste en dar una respuesta. Por el lenguaje conocemos el mundo y nos situamos en él. Cuando aprendemos la lengua, aprendemos a reconocer la realidad.

El lenguaje puede ser prosaico y poético. El lenguaje prosaico es el lenguaje que nos permite relacionarnos de una forma práctica e instrumental. El lenguaje poético es la capacidad de relación que nos lleva a situarnos en un nivel superior, más creativo.

LOS PODERES DEL LENGUAJE

En un primer nivel, el lenguaje es un medio para comunicarnos; les da concreción a los ámbitos, delimita las situaciones y nos permite expresarnos con precisión. Pero la función primaria del lenguaje consiste en ser el medio en el cual creamos relaciones afectivas, ámbitos de convivencia.

El lenguaje auténtico es vehículo del encuentro. El lenguaje constituye una fuente de sentido, no solo de significado. El lenguaje es la obra cultural por excelencia, pues nos permite crear las formas más entrañables de unión con la realidad que nos rodea.

La palabra auténtica se complementa con el silencio auténtico, que nos permite acoger, al mismo tiempo, diversas realidades interrelacionadas. Toda palabra verdadera es silenciosa, está inspirada en el recogimiento. El silencio y la palabra se potencian y enriquecen mutuamente.

Necesitamos silencio para acoger la palabra del otro. Un encuentro necesita del silencio del otro para que la palabra sea escuchada realmente. El tipo de silencio que se complementa con la palabra y que se requiere en las relaciones de encuentro es el silencio de apertura.

La palabra verdadera y el silencio de apertura se complementan y, sin embargo, la cháchara y la mudez se oponen.

NECESIDAD DE GUARDAR SILENCIO

Para el que persigue en su vida el ideal de la unidad y la solidaridad, guardar silencio significa:

  • Apertura a lo valioso,
  • Sencillez de espíritu,
  • Atención sinóptica a realidades y acontecimientos que abarcan mucho campo y no se revelan sino a quien les presta una acogida respetuosa.

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