La Ley Natural, el Decálogo y las Bienaventuranzas en la Moral Cristiana
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¿Qué es la Ley Natural y Cuáles son sus Características?
La ley natural se define como "la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios".
Sus características son:
- Universalidad: "La ley natural es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres".
- Inmutabilidad: De la que deriva "la existencia de normas objetivas de moralidad válidas para todos los hombres, de ayer, hoy y mañana".
El Decálogo: Las Dos Tablas
¿Por Qué Decimos que se Trata de una Ley Imperfecta y Provisional?
El Decálogo (diez palabras) resume las prescripciones morales de la ley antigua, grabado en dos tablas:
- Primera tabla: Contiene los mandamientos que se refieren a la relación del hombre con Dios (I-III).
- Segunda tabla: Contiene los mandamientos que conciernen a la relación de los hombres entre sí.
Esta representación binaria muestra la moral del Decálogo: el amor a Dios y el amor al hombre unidos en la ley antigua.
El Concepto de Prójimo en Jesús
Jesús invierte el concepto de "prójimo" en la parábola del Buen Samaritano. Ya no es el pariente o correligionario, sino el extraño e incluso el enemigo: "prójimo" es cualquier hombre que me reclama desde su necesidad.
No basta con ponerse en el lugar del otro; es necesario salir a su encuentro. Es un amor exigente: si el amor de Dios no se detiene ante el olvido y rechazo, nadie puede limitar su amor y compasión.
Las Bienaventuranzas: un Autorretrato de Jesucristo
Jesús llama al discípulo a seguirle en el camino de la perfección. En el Sermón de la Montaña, presenta las Bienaventuranzas, "una especie de autorretrato de Cristo y una invitación a su seguimiento y comunión de vida con Él".
Son las actitudes básicas del discípulo que acepta el Reino de Dios en Jesús, y por ellas, los bienes del reino (a Dios mismo, felicidad del hombre).
La Inclinación al Mal: La Concupiscencia
El cristiano, unido a Cristo, tiene las primicias del Espíritu Santo y es hijo de Dios, pero aún camina por este mundo lleno de luchas, sufrimientos y tentaciones.
Las tentaciones prueban la entrega a Dios, y la vida cristiana exige combate constante. Existe una desarmonía en el hombre: tendencias y fuerzas que entran en conflicto con su orientación fundamental. A esto le llamamos "concupiscencia".
El mandamiento del Señor está proporcionado a las capacidades del hombre, a quien se le ha dado el Espíritu Santo. El cristiano no debe olvidar que arranca, no de su pobreza y debilidad, sino de la plenitud del Don de Dios.