Libertad, destino y azar en la filosofía

Clasificado en Filosofía y ética

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Conectada con la problemática referente a si la vida tiene sentido o no, se halla la cuestión que hace referencia a la libertad humana, el destino y el azar. Algunas escuelas filosóficas, como la del estoicismo, afirmaban la asistencia y negaban el azar, atendiendo a la cadena de causas que anteceden a los fenómenos de la naturaleza. Dado que todo acontece por una causa natural y nada escapa a la misma, nada sucedía al margen del destino que dictaba la razón universal que dirige el mundo y que se expresa a través de la casualidad. No obstante, este planteamiento lleva a los estoicos a negar la libertad humana, dado que en realidad la libertad consistía para ellos en nuestra capacidad para adoptar una actitud u otra frente a todo aquello que nos viene dado. Nosotros decidimos si una determinada situación la afrontamos desde un determinado estado de ánimo o desde otro distinto. La escuela Epicureísta, contemporánea de lo anterior, afirmaba sin embargo que el destino no existía en absoluto, pues: “el futuro depende eternamente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que nos debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca”. Para Epicuro no tenía sentido mantener que el ser humano es libre y a la vez sostener la existencia del destino, y con ello todas las formas de adivinación que se presentaban en la época. El debate desde entonces no ha dejado de producirse. Para algunas personas la pregunta por el sentido de la vida pasa por encontrar qué puede ser aquello para lo cual ha sido destinadas. Parten de la base de que uno ha venido al mundo por una razón determinada y que ha de cumplir una misión. Desde esta óptica, cada uno debería tratar de descubrir cuál puede ser la sanción para cumplirla, pues solo entonces uno logrará dotar de sentido a su existencia. Sin embargo, otros consideran, como era común entre la mayor parte de los pensadores de la escuela existencialista, que la vida no tiene sentido por sí misma ni hay ninguna misión que descubrir. En consecuencia, afirmarán, la vida sería intrínsecamente absurda, pero ello, lejos de tener que desembocar en algo trágico y verse como algo negativo, en realidad era una buena noticia: gracias a que la vida no tiene sentido nosotros podemos crearle uno, haciendo así que nuestra vida sí lo tenga.

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