La Libertad y Plenitud en la Vida de los Discípulos de Jesús

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Vivir la libertad de los discípulos de Jesús

Con su muerte en la cruz, a muchos les pareció que fracasó en su misión. Sus discípulos se sintieron tristes y frustrados, porque todas sus expectativas y proyectos pensaban que habían terminado. No podían comprender entonces la profundidad de lo que estaba ocurriendo.

Sin embargo, Dios iba a cumplir la promesa que Jesús había hecho a sus discípulos: resucitar y enviar al Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo los inundó, el entendimiento y el corazón comprendieron todo lo que Jesús había anunciado. La experiencia del Espíritu Santo convirtió a los seguidores de Jesús en sus verdaderos discípulos.

La paz que ofrece Jesús resucitado nace del sentimiento de profunda unión con Dios. La experiencia del amor de Dios que viven los discípulos de Jesús los hace completamente libres. Quien se siente hijo de Dios tiene un suelo firme sobre el que construir su identidad.

En la construcción de una personalidad madura y libre, hay que estar atentos para no crear dependencias y adicciones que impiden crecer. Ni el poder ni las riquezas consiguen cautivar el corazón del creyente, por lo que mantiene su libertad.

La vida del discípulo de Jesús

Los discípulos de Jesús imitan la vida en plenitud de su maestro. Como Jesús, viven la alegría de sentirse hijos de Dios. En su día a día, buscan a Dios, dialogan con Él, se sienten protegidos y amados. Esta relación íntima con Dios orienta toda la afectividad de los discípulos.

Del amor de Dios nace en el discípulo el amor fraternal por todas las personas, y esta experiencia le ofrece la verdadera libertad. Cuando una persona sabe el camino que conduce a la felicidad, es verdaderamente libre, porque es capaz de razonar qué acciones lo conducen por ese camino y qué acciones lo apartan.

El discípulo de Jesús sabe que el camino de la felicidad consiste en una vida al servicio de los demás. Al amar a todos como hermanos, el ser humano considera al prójimo como fin en sí mismo, y buscará por encima de todo la felicidad y el bien de los demás. Ningún interés egoísta estará por encima del respeto a la dignidad humana; por ello, el discípulo de Jesús lucha contra la injusticia que provoca la infelicidad y el dolor de las personas.

El discípulo de Jesús busca tener los mismos sentimientos que Cristo, quien siempre actuó con compasión y humildad.

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