La Libertad Radical en Jean-Paul Sartre: Existencia y Responsabilidad
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Jean-Paul Sartre: Filósofo de la Libertad Radical
Jean-Paul Sartre fue un pensador existencialista. Su pensamiento y su vida suponen un rechazo y un intento de superación de las fuerzas despersonalizadoras de su momento histórico, sobre todo de los totalitarismos. Filósofo del siglo XX, destacado literato, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, galardón que rechazó por motivos ideológicos. Entre sus obras filosóficas destacan El ser y la nada y Crítica de la razón dialéctica.
La Condena a Ser Libre
El texto parte de la siguiente afirmación: estamos condenados a ser libres. Esta frase significa que, para el existencialismo, los seres humanos no tenemos una esencia común a toda la especie; lo único que nos define es nuestra libertad. A lo largo de nuestra vida, nuestras decisiones y nuestras elecciones van concretando cómo somos. Así pues, el hombre se encuentra con su existencia –nadie se crea a sí mismo– y, por tanto, está condenado a ser libre.
El hombre no se ha creado a sí mismo, no ha elegido existir, pero es responsable de todo lo que hace. El hombre está solo y condenado a elegir cómo es en cada momento.
Responsabilidad y Rechazo de Determinismos
Sartre plantea dos posibles causas de nuestras acciones: la pasión, que con su fuerza arrastra al ser humano, y los signos que podemos encontrar y que nos orientan a la hora de actuar. Ninguna de las dos es aceptable para el existencialista.
- Para el existencialista, la pasión nunca es la causa última de nuestros actos; el hombre es responsable de su pasión. Sartre subraya que el ser humano es responsable de su pasión; es decir, nosotros elegimos libremente seguir o no nuestras pasiones.
- Tampoco hay signos que nos orienten, pues somos los humanos los que interpretamos tales signos. La siguiente idea señala un posible apoyo para evitar la soledad de nuestras decisiones: habría signos externos que nos indican cómo actuar. Esto no es creíble para Sartre, puesto que somos responsables de la interpretación de tales signos.
El existencialista piensa que el hombre es responsable de su pasión y también es el que descifra por sí mismo los signos.
La Angustia de la Libertad
Nuestra soledad a la hora de tomar decisiones –para las que no podemos recurrir a normas o valores universales– provoca angustia. Nunca podemos estar seguros de haber tomado la decisión correcta. La angustia surge de nuestra conciencia de libertad; nos sentimos inseguros, solos ante la responsabilidad de nuestras decisiones. De ahí que no sea extraño que busquemos excusas para ocultarnos que somos libres.
La Mala Fe: El Autoengaño
Estas excusas son, según Sartre, fruto del autoengaño, que define con la expresión “mala fe”. Para evitar sentir la angustia de la libertad, procuramos creer que hay circunstancias o pasiones que nos obligan; otras veces recurrimos a normas y valores ajenos para justificarnos, el más común es Dios como origen de la norma moral. Todo ello es fruto de un intento de huida de lo que somos: libres.
Conclusión: La Invención Constante de Uno Mismo
De ahí que estamos condenados a inventarnos constantemente; nada nos obliga ni nos determina. El texto concluye con la primera afirmación: el ser humano ha de inventarse constantemente.
El texto tiene una estructura circular, pues la idea con la que comienza también aparece al final: el ser humano está solo, condenado a ser libre.