Liderazgo y Capital Emocional: Claves para el Éxito Empresarial y el Desarrollo Humano Integral

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Liderazgo y Activos Emocionales en la Empresa

En la actualidad, muchos de los análisis realizados sobre los “activos intangibles” en las empresas prescinden o se olvidan por completo de las emociones. Esta es una situación que debe superarse, pues las emociones son el origen de una enorme energía que es posible gestionar, canalizar y estimular. Las emociones constituyen verdaderos “activos” para la empresa, su “Capital Emocional”, de honda repercusión en su funcionamiento y resultados. Hasta hace poco tiempo, el mundo empresarial desdeñaba las emociones como “ruido” que obstaculizaba el funcionamiento racional de las organizaciones. Pero esa actitud ya no puede mantenerse. No es posible seguir ignorando hoy las emociones como si fueran irrelevantes para el mundo de la empresa. El auténtico reto se halla en ser capaz de hacer tangible esta influencia de lo emocional sobre los resultados empresariales.

El “Capital Emocional” representa la valoración de todos los activos intangibles creados por los flujos de emociones positivas dentro de la empresa.

El Papel Central del Liderazgo para Ventajas Competitivas Sostenibles

El liderazgo ejerce una función clave en la gestión de las competencias esenciales necesarias para alcanzar ventajas competitivas sostenibles. Este proceso implica:

  1. Identificación y Gestión de Activos (RECURSOS):
    • Tangibles
    • Intelectuales
    • Emocionales
  2. Desarrollo de Competencias Esenciales y Necesarias: A través de un LIDERAZGO efectivo.
  3. Formulación de una Estrategia: Basada en las competencias desarrolladas.
  4. Consecución de Ventajas Competitivas Sostenibles: Como resultado final del proceso.

Esta es la función clave que ejerce el liderazgo en la gestión de las competencias esenciales necesarias.

Desarrollo Humano Integral: Un Enfoque Solidario y Sostenible

Se destaca la importancia de estas emociones en el propio ser humano, en la persona, en el “desarrollo humano”. El “desarrollo humano” se enfoca en los procesos de ampliación de las opciones y oportunidades de la gente. Se apunta así a la promoción para cada persona de una vida digna de respeto y valor. El desarrollo humano integral aborda el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y emocionales del ser humano hasta su máxima potencialidad.

Dimensiones Clave del Desarrollo Humano Integral

1. La Dimensión Intelectual

Es tratada habitualmente como la más característica del desarrollo humano integral. Y esto es debido a que la función cognitiva y de razonamiento del ser humano es seleccionada para diferenciar al hombre de otros seres vivos. La irrupción de la “sociedad de la información”, la cada vez más sólida y extendida “sociedad del conocimiento” y la que se vislumbra en el futuro como “sociedad de la innovación” no harán sino acentuar la tendencia. La empresa y las organizaciones en general han comenzado ya a hacer su “revolución”: la sustitución de “brazos” por “cerebros”. Son los “trabajadores del conocimiento”, que aportan ideas, información, conocimiento, experiencias, pero, sobre todo, imaginación y creatividad. El mayor despilfarro de una empresa moderna es no saber explotar la imaginación y creatividad de todos sus trabajadores.

2. La Dimensión Emocional

La dimensión emocional no está llamada a sustituir a la dimensión intelectual en las organizaciones, sino a complementarla, puesto que es la sinergia producida entre ellas la que origina la explosión potencial de la creatividad y de la innovación, que es tanto como decir del progreso y del éxito. Las emociones constituyen un enorme depósito de energía que es posible canalizar y liberar. El fenómeno llamado “autoliderazgo”.

3. La Dimensión Física

Los problemas de supervivencia, centrados en la alimentación, la vivienda, los cuidados sanitarios, etc., concentraban la mayor parte del esfuerzo humano. Y, por ello, las capacidades físicas eran centrales. Y el mundo de las empresas y organizaciones no era una excepción: contratar a un trabajador era poseer dos brazos más para ejecutar tareas previamente diseñadas y ordenadas por la dirección.

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