La Lírica Española de Posguerra (1939-1950): De la Angustia a la Esperanza

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En la lírica de posguerra encontramos al poeta Miguel Hernández, un escritor difícil de situar en la historia de la literatura. Mientras algunos críticos lo agrupan junto a la Generación del 27, epígonos de esa generación como dice Dámaso Alonso, otros lo enmarcan en la Generación del 36.

Miguel Hernández

Nacido en Orihuela en 1910, participó como soldado junto al ejército republicano durante la Guerra Civil. Al acabar la contienda fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte. Aunque la sentencia fue conmutada por 30 años de reclusión, su vida se vería truncada definitivamente en 1942, en la cárcel de Alicante.

En su producción poética se han establecido cuatro etapas:

  1. Etapa caracterizada por una poesía de tono barroco: Se refleja en Perito en Lunas, cuarenta octavas reales de influencia gongorina y vanguardista. Sobresalen las metáforas y los símbolos como medios poéticos para transmutar y enriquecer la realidad.
  2. El rayo que no cesa: El centro vital de la obra es la pasión amorosa hacia la que sería su mujer, Josefina Manresa, pero una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana. El amor es un rayo que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte. En cuanto al estilo, Miguel Hernández abandonó el barroquismo de su época anterior por la “poesía impura” de su amigo Neruda. La obra se compone sobre todo de sonetos, aunque en ella se incluyen tercetos encadenados como en Elegía a Ramón Sijé, que es un canto sincero.
  3. Poesía de guerra: Durante la Guerra Civil, Miguel Hernández emplea su poesía para luchar por la causa republicana y escribe Viento del pueblo, obra con la que se suma al romancero de la Guerra Civil.
  4. Poesía carcelaria: Poesía desnuda y profunda son los poemas, escritos la mayoría en la cárcel, que se recogen en Cancionero y romancero de ausencias. El poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer. También recuerda una guerra que sólo ha provocado odio y destrucción; pero aun así no renuncia a la esperanza. Uno de los poemas más conocidos es Nanas de la cebolla, dedicado a su segundo hijo.

Años 40

La poesía se desarrolló en torno a revistas como Escorial, Garcilaso y Espadaña.

Escorial

Renunció a los poetas de la Generación del 36 (Luis Rosales, Leonardo Panero…), que se destacaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra y el paisaje.

Garcilaso

Se fundó con el apoyo oficial del régimen franquista para consolidar una poesía que sirviera a los fines de la dictadura. Su director fue José García Nieto y sus autores son básicamente los mismos poetas de Escorial. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano y el amor. Tiene un admirable dominio de la técnica. Poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó “poesía arraigada”. Ofrecen una visión positiva del mundo, obviando la dura realidad española del momento.

Poesía desarraigada

La revista Espadaña se opuso a esta visión estética y de evasión. En ella reaccionaron una serie de escritores que reclamaban una poesía con mayor contenido humano y existencial, que reflejara la desgarradora realidad española de la época. Renace la idea de poesía como comunicación, que busca compartir con el lector problemas comunes. Temas: la angustia histórica y la angustia existencial. Fecha clave es el año 1944, cuando se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre. En este grupo destacan: Nora, Gabriel Celaya y José Hierro.

Vanguardismo

Además de los dos polos señalados, hay escritores que intentan enlazar con la Generación del 27 y con el surrealismo.

Años 50: Poesía Social

Hacia 1955 se consolida en todos los géneros el llamado realismo social. De esa fecha son dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos íberos de Gabriel Celaya. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la poesía desarraigada. En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los noventayochistas. Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro, de tono coloquial, pues va dirigida a la mayoría. Las tres figuras relevantes de este periodo son José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.

En definitiva, la lírica española de posguerra recorre un camino desde la angustia y el dolor de la guerra y sus consecuencias, pasando por la evasión y el esteticismo, hasta llegar a una poesía comprometida con la realidad social y con la búsqueda de un futuro mejor.

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