La Lírica y la Oratoria en la Antigua Roma
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La Lírica en la Antigua Roma
El género lírico comprende poéticas que eran cantadas con lira. Dos características principales definen este género: la subjetividad, donde el poeta expresa sus sentimientos, y la utilización de una gran variedad de metros.
La lírica se cultivó ampliamente en Roma. Las perturbaciones sociales y políticas del momento crearon un ambiente propicio para que los poetas abandonaran los ideales patrióticos y se centraran en temas más personales.
Primeros Poetas Líricos
Uno de los primeros poetas líricos fue Catulo, cuya poesía se centraba en el tema erótico. En el siglo I a.C. floreció una corriente en la que el poema debía ser breve, cuidado y estéticamente bello a través del uso de diversos recursos estilísticos.
Catulo
Nacido en Verona, Catulo llegó a Roma en el año 68 a.C. Llevó una vida brillante y feliz, en contacto con hombres poderosos de la política y las letras. El gran suceso de su vida fue su relación amorosa con la mujer a la que él canta bajo el nombre de Lesbia.
La obra de Catulo comprende 116 poesías, que se pueden clasificar en:
- Piezas líricas cortas
- Piezas más extensas
- Epigramas en dísticos elegíacos
Catulo es considerado un poeta alejandrino. Su pieza más representativa es el Epitamio de Tetis y Peleo, una obra cargada de sentimientos e intensidad dramática. Catulo también fue un poeta satírico que expresaba su indignación por las enemistades personales. Su poesía lírica, moderna para su época, habla en términos emocionantes y tiernos de la muerte, la amistad y el odio.
Horacio
Nacido en Venusa, Italia, Horacio fue enviado por su padre a estudiar a Roma y después a Atenas. A través del poeta Virgilio, entró en el círculo de Mecenas, donde llegó a disfrutar del bienestar económico que le permitió dedicarse de lleno a la poesía.
La obra de Horacio se puede ordenar cronológicamente de la siguiente manera:
- Epodos (41-30 a.C.)
- Odas en tres libros
- Sátiras (30-20 a.C.)
- Ars Poetica y el Carmen Saeculare (20-8 a.C.)
Ovidio
Nacido en Sulmona en el año 43 a.C., Ovidio estudió filosofía y retórica en Grecia, pero siempre sintió una gran inclinación hacia la creación poética. En Roma, inició relaciones con los poetas de la época y se convirtió en un poeta mundano.
Cuando estaba en la cúspide de su gloria, Ovidio fue desterrado por orden del emperador Augusto. A pesar del exilio, su actividad poética continuó en Tomi, donde produjo grandes obras como Fastos, Tristes y Pónticas.
Ovidio escribió varias obras empleando el dístico elegíaco, como Los amores, Las Tristes y las Epistulae ex Ponto. Su obra marca un giro en la literatura latina. Aunque pertenece a la época clásica, anuncia ya la llegada del Barroco.
Su espíritu es ligero, brillante pero superficial. En la poesía amorosa no expresa los sentimientos que experimenta profundamente, sino que representa fielmente la opinión que sus contemporáneos podían tener del amor. Sus versos, sin embargo, no son insulsos ni aburridos. Ovidio tenía el arte ingenioso de evitar la monotonía, sabía agradar y brillar sin caer jamás en la vulgaridad.
La Oratoria en la Antigua Roma
La oratoria, el arte de la persuasión por medio de la palabra, tenía una doble aplicación en la antigua Roma:
- En el dominio eficaz de imponer la propia voluntad y tener un mayor ascendimiento social. A través de la oratoria, un hombre podía conseguir los votos de los ciudadanos e inclinar a su favor la voluntad del Senado.
- Era imprescindible en las causas judiciales. El abogado debía, mediante la oratoria, inclinar a favor de su cliente la voluntad de los jueces.
Cuando en la época imperial dejaron de existir la libertad política y la independencia judicial, la oratoria se convirtió en un género literario estudiado en las escuelas.
Cicerón, el Gran Orador
Las principales escuelas de oratoria se encontraban en Grecia, donde acudían jóvenes privilegiados. Uno de los oradores más destacados fue Cicerón, nacido en Arpino.
Cicerón recibió una educación completa en Roma y Grecia. Fue elegido cuestor y siguió el cursus honorum. Tras ser exiliado por una ley impulsada por Clodio, regresó a Roma con la ayuda de Milón.
En la guerra civil, Cicerón tomó partido por Pompeyo. Tras la derrota de este, se retiró de la política. Finalmente, se enfrentó a Marco Antonio en la arena política.