Literatura Medieval: Mester de Clerecía y Prosa
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La literatura medieval: el mester de clerecía y la prosa
-El mester de clerecía
A mediados del siglo XII surge un tipo de literatura escrita por clérigos (personas cultas). Esta forma de escribir se denominó mester de clerecía (oficio propio de clérigos) y se oponía a la literatura que difundían los juglares o mester de juglaría se caracteriza por:
- El empleo de cuaderna vía: estrofa de 14 versos de 14 sílabas con rima consonante. Cuentan con una cesura en su mitad que los dividen en dos hemistiquios de 7 sílabas.
- La intención didáctica y moral: los autores de estas obras no pretenden entretener al público, sino enseñar norma de comportamiento con ellas.
Gonzalo de Berceo es el primer escritor castellano y uno de los impulsores de mester de clerecía.
La obra más importante del mester de clerecía es el Libro de Buen amor, de Juan Ruiz. Se caracteriza por su ambigüedad, y como todas las otras obras, tiene una finalidad didáctica. El autor a lo largo del libro pretende enseñar que el verdadero amor es el que hay que dirigir hacia Dios, sin embargo, la obra está repleta de historias divertidas que parecen indicar lo contrario: conviene disfrutar de los placeres que nos ofrece la vida y, en especial, del amor carnal.
-La prosa medieval
Gracias al rey Alfonso X el sabio el castellano empezó a sustituir al latín en todos los ámbitos. Además, favoreció la traducción de una colección de cuentos orientales y escribió algunas cantigas en lengua gallega.
Sin embargo, la prosa literaria en lengua castellana se inicia verdaderamente con El conde Lucanor, de Don Juan Manuel.
El conde Lucanor es una colección de 51 cuentos con una finalidad didáctica. Todas las narraciones siguen una misma estructura:
- El conde Lucanor expone a Patronio, su consejero, un problema que lo afecta personalmente.
- Patronio le narra un cuento para saber cómo debe actuar y de él extrae una enseñanza.
- El narrador comenta que el conde aplicó la enseñanza del cuento y solucionó su problema. Termina el capítulo con una moraleja final en verso.
Don Juan Manuel no es el verdador de los cuentos, sino el recopilador de narraciones. Por tanto, su gran mérito es haberse propuesto a escribir el libro y haber sabido transmitir las preocupaciones de un miembro de la aristocracia de su época (la guerra, la paz, el poder del dinero…)