Luces de Bohemia: Entre la Tragedia y lo Grotesco
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El Esperpento: Un Reflejo Deformado de la Realidad
Valle-Inclán construye el universo esperpéntico de Luces de Bohemia a partir de dos referentes: la realidad y la literaturización. La realidad refleja la España de la Restauración, cuando la Revolución de 1868 (La Gloriosa) provocó la caída de Isabel II y su marcha a Francia. Se inició un sexenio de gobiernos progresistas y democráticos, y algunos de los personajes que aparecen a lo largo de la obra vivieron esta revolución en carne propia.
Valle-Inclán deforma esta realidad para expresar lo trágico y lo grotesco simultáneamente. La degradación de la realidad no es original en Luces de Bohemia.
Aparecen personajes reales relacionados con el mundo literario, como Alejandro Sawa (que representa a Max). El autor también cita obras clásicas como La vida es sueño, Hamlet, La Odisea, La Divina Comedia, El Lazarillo de Tormes y Don Quijote de la Mancha.
Características del Esperpento en Luces de Bohemia
El protagonista no da una definición explícita de lo que es el esperpento, pero con sus palabras transmite que en el callejón del Gato hay unos espejos cóncavos que nos dan el esperpento. La realidad española está totalmente deformada.
La estética del esperpento se logra a través de:
- La deformación o distorsión de la realidad: la sociedad española de principios del siglo XX acepta el orden establecido, además de mostrar un total desprecio y desinterés por la cultura.
- La degradación de los personajes: aparecen como seres ridículos, grotescos, antihéroes que habitan en una tragedia.
- La utilización del humor y la ironía.
- El empleo de contrastes entre lo doloroso y lo grotesco (como en el velatorio de Max).
Estructura de la Obra
La obra se divide en tres partes:
- Presentación: La primera escena presenta la situación social y económica del protagonista, Max Estrella, quien invita a un suicidio colectivo por su mal estado económico. Esta escena se representa en casa de Max.
- Viaje a los Infiernos (Escenas II-XI): Max evoluciona de lo personal a lo colectivo; pasa de pensar en sus necesidades más materiales a tomar conciencia política tras el encuentro con el preso catalán (escenas II-VI). La muerte es un tema importante y destaca su presencia entre las escenas VII y XI. El catalán y el niño inocente tienen un trágico final, lo que desemboca en la muerte de Max, que no podrá superar el dolor que le produce la injusticia social y volverá a casa en la escena XII para cumplir con su destino. En esta escena, Valle-Inclán aprovecha para desarrollar su teoría del esperpento.
- Epílogo (Escenas XIII-XV): Consta de tres escenas que sirven para cerrar elementos que aún no han sido cerrados, como el velatorio, el entierro y el suicidio de Madame Collet y Claudinita.
En resumen, las doce primeras escenas pertenecen a la tragedia personal de Max, y el epílogo se describe como una fatalidad colectiva.