La Lucha por el Trono Español: Isabel II frente al Carlismo (1833-1876)

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Orígenes del Conflicto Sucesorio

A la muerte de Fernando VII en 1833, se desató una crisis sucesoria que marcaría gran parte del siglo XIX español. Su hermano, el infante Carlos María Isidro, no reconoció a su sobrina Isabel II como legítima heredera al trono. En el Manifiesto de Abrantes, don Carlos se autoproclamó rey, dando inicio a las Guerras Carlistas, una serie de conflictos civiles por la sucesión de la corona.

La Cuestión Sucesoria: Pragmática Sanción vs. Ley Sálica

Fernando VII no había tenido descendencia masculina en sus tres primeros matrimonios. En 1829, contrajo matrimonio por cuarta vez con su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, quien pronto quedó embarazada de la futura Isabel II. Para asegurar la sucesión de su descendencia directa, Fernando VII aprobó en 1830 la Pragmática Sanción. Esta disposición anulaba la Ley Sálica, implantada por Felipe V en 1713 (aunque no publicada formalmente hasta mucho después), que impedía reinar a las mujeres si había varones en la línea principal o lateral. La Pragmática Sanción restauraba, en la práctica, el sistema sucesorio tradicional castellano recogido en el Código de las Siete Partidas, que permitía reinar a las mujeres en ausencia de herederos varones directos. De este modo, su hija Isabel heredaría la corona en lugar de su hermano Carlos.

La Intriga de La Granja y el Exilio de Don Carlos

Aprovechando una grave enfermedad del rey en 1832, ministros partidarios de don Carlos (conocidos como carlistas) consiguieron en el palacio de La Granja que Fernando VII derogase la Pragmática Sanción. Sin embargo, tras una inesperada recuperación, y con el decidido apoyo de la reina María Cristina, de los absolutistas más moderados (reformistas) y de los liberales (que veían en la joven Isabel una oportunidad para el cambio político), el rey restableció la plena vigencia de la Pragmática Sanción. Como consecuencia, don Carlos María Isidro fue apartado de la corte y finalmente se exilió en Portugal.

El Carlismo: Ideología y Apoyos

Así nació el carlismo, un movimiento político y social complejo que, más allá de la mera disputa dinástica por apoyar a Carlos como rey de España frente a Isabel II, representaba la defensa de un modelo de sociedad concreto.

Principios Fundamentales: "Dios, Patria y Rey"

La ideología del carlismo se resumía en su famoso lema: “Dios, Patria y Rey”. Sus pilares eran:

  • Defensa del Absolutismo Monárquico: Sostenían la monarquía de origen divino y rechazaban la soberanía nacional y el constitucionalismo liberal.
  • Preeminencia de la Iglesia Católica: Abogaban por un papel central de la Iglesia en la vida pública y social, oponiéndose a las desamortizaciones y a la libertad de culto.
  • Mantenimiento de los Fueros: Defendían los regímenes forales (leyes y privilegios tradicionales) de ciertos territorios, especialmente País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña, que veían amenazados por el centralismo liberal.
  • Rechazo al Liberalismo: Se oponían frontalmente a las reformas económicas (capitalismo, libre mercado) y sociales propuestas por el liberalismo, consideradas una amenaza a las tradiciones y al orden establecido.

Bases Sociales y Geográficas

Los principales defensores del carlismo incluían a sectores del clero (especialmente el bajo clero rural), la nobleza rural, amplios grupos de campesinos y artesanos, quienes percibían el liberalismo como una amenaza a sus formas de vida, tradiciones y economía. Geográficamente, el carlismo arraigó con fuerza en Valencia, Aragón, Cataluña, el País Vasco y Navarra, en gran medida debido a la defensa de los fueros.

Apoyos Internacionales y Bando Isabelino

A nivel internacional, el carlismo contó con las simpatías de potencias absolutistas como la Santa Sede y los miembros de la Santa Alianza (aunque el apoyo efectivo fue limitado).

En contraste, a Isabel II y a la regente María Cristina las apoyaron:

  • Los liberales (moderados y progresistas), que aspiraban a una Constitución que estableciese la división de poderes, la igualdad ante la ley y un sistema económico capitalista.
  • La mayor parte del ejército.
  • La burguesía urbana y financiera.
  • La alta nobleza vinculada a la corte.
  • Potencias liberales como Inglaterra, Francia y Portugal (que formaron la Cuádruple Alianza en 1834 para apoyar a Isabel II).

La Primera Guerra Carlista (1833-1839)

Desarrollo Militar

Los carlistas lograron formar un ejército eficaz, especialmente en las áreas rurales del País Vasco y Navarra, gracias a la habilidad militar de Tomás de Zumalacárregui, quien puso en serios aprietos al ejército isabelino (también llamado "cristino"). Los carlistas obtuvieron importantes éxitos iniciales y organizaron expediciones que llegaron incluso a las puertas de Madrid (como la Expedición Real de 1837), pero fracasaron en su intento de tomar ciudades clave como Bilbao (donde murió Zumalacárregui en 1835).

El Convenio de Vergara

Tras años de cruenta guerra, las divisiones internas en el bando carlista (entre los partidarios de pactar y los intransigentes) y el agotamiento militar llevaron a la firma del Convenio de Vergara (también conocido como el Abrazo de Vergara) en agosto de 1839. El general liberal Baldomero Espartero y el general carlista Rafael Maroto sellaron el acuerdo, que permitía la integración de los oficiales carlistas en el ejército real y hacía una vaga promesa de respeto a los fueros. Este convenio puso fin a la Primera Guerra Carlista en el norte, aunque algunos focos de resistencia, liderados por Ramón Cabrera en el Maestrazgo, persistieron hasta 1840.

Guerras Posteriores y Legado

El carlismo no desapareció tras la derrota. Los carlistas se volverían a levantar en armas durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849, también conocida como Guerra dels Matiners, principalmente en Cataluña) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), coincidiendo con el Sexenio Democrático y la Restauración Borbónica. Aunque fueron nuevamente derrotados, el carlismo pervivió como un movimiento político organizado, transformándose en un partido político católico, tradicionalista y antiliberal con presencia en la vida política española durante décadas.

Las Guerras Carlistas tuvieron profundas consecuencias para España:

  • Agravaron la deuda pública.
  • Aumentaron la influencia de los militares (los "espadones") en la política.
  • Consolidaron el régimen liberal, aunque de forma inestable.
  • Dejaron una profunda fractura ideológica y social en el país.

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