Maestros del Barroco Español: Velázquez y Murillo en el Siglo XVII
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Velázquez: Un Genio del Realismo Barroco
Inicios y Formación en Sevilla
El pintor más destacado de la primera mitad del siglo XVII y de la escuela sevillana es Diego Rodríguez de Silva Velázquez (1599-1660), considerado uno de los grandes maestros de la pintura española de todos los tiempos. Nació en Sevilla y a los diez años entró en el taller de Francisco de Herrera el Viejo. En 1611, ingresó en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija se casó. A los dieciocho años obtuvo la licencia de pintor y continuó en el taller de Pacheco.
Ascenso a la Corte y la Influencia de Rubens
A los veintitrés años, realizó su primer viaje a Madrid, logrando en 1623 situarse como pintor de la Corte. En 1628, el pintor Rubens visitó España, dejando una profunda huella en la obra de Velázquez. A los treinta años, realizó su primer viaje a Italia, del que regresó en 1631. Volvió a viajar a Italia en 1649 por encargo real, regresando en 1651. Fue nombrado Aposentador de Palacio, iniciando su etapa de mayor esplendor. Murió en Madrid el 7 de agosto de 1660.
Etapa Juvenil: Realismo y Tenebrismo
En su obra juvenil ya está presente su característica más destacada: la fiel copia de la naturaleza, el realismo que mantendrá a lo largo de toda su carrera. Asimismo, en esta primera etapa, la influencia del tenebrismo en su obra es notable, destacando las figuras con una fuerte iluminación, aunque no utiliza fondos tan oscuros como Ribalta o Ribera. Realizó principalmente bodegones y pinturas de género como Vieja friendo huevos, El aguador de Sevilla, La Adoración de los Reyes (Museo del Prado) o Cristo en casa de Marta y María.
Madurez Artística: Mitología, Retratos y Obras Maestras
Tras conocer a Rubens, realizó su primer cuadro de tema mitológico, El Triunfo de Baco (Los Borrachos), dando un tratamiento irónico y burlesco a la mitología. Posteriormente, pintó La fragua de Vulcano, que trajo tras su primer viaje a Italia junto con La túnica de José (El Escorial) y la serie de pequeños paisajes de la Villa Médicis, en los que se aprecia sus estudios de las obras y autores italianos.
Tras su regreso de Italia, inició la serie de retratos de la Corte (Felipe IV a caballo, El Príncipe Baltasar Carlos, El Conde Duque a caballo, etc.) y los retratos de bufones de la Corte (El niño de Vallecas, El bobo de Coria, El Bufón Calabacillas), así como lienzos de tema histórico como La rendición de Breda (Las Lanzas) o de temática religiosa (el Cristo).
De su segundo viaje a Italia son obras destacadas el Retrato de Inocencio X y la Venus del espejo. A su regreso a la Corte en 1651, inició su etapa de mayor esplendor, realizando sus obras maestras: La Familia de Felipe IV (Las Meninas), La fábula de Aracne (Las Hilanderas) y diversos retratos de Corte, en las cuales resuelve a la perfección el problema del espacio y la perspectiva aérea.
Murillo: La Gracia y el Misticismo de la Pintura Sevillana
Formación e Influencias
Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) inició sus estudios con Juan del Castillo, recibiendo también la influencia de los pintores venecianos y flamencos a través de un posible viaje a Madrid. Establecido en Sevilla, fue un autor muy popular, ya que adaptó su pintura al gusto de la época, dándole cierta gracia y tono femenino.
Características de su Obra
Sus obras desarrollan el misticismo propio de la Contrarreforma, destacando por un dibujo perfecto y una estudiada elección del colorido. En su obra también se observa la influencia de autores como Ribera y Zurbarán.
Obras Destacadas: Inmaculadas, Pintura de Género y Temas Religiosos
Una de sus obras más populares es La Inmaculada Concepción (Museo del Prado), en la que refleja la delicadeza y el candor femenino, gusto de la época. Murillo también realizó pintura de género, representando a los niños con gran maestría, realizando dos tipos diferenciados de composiciones:
* **Realistas:** como Niños comiendo melón (Pinacoteca de Múnich), Los vendedores de frutas (Pinacoteca de Múnich), El niño mendigo (Museo del Louvre). * **Místicas:** como El Divino Pastor (Museo del Prado) o Los niños de la concha (Museo del Prado).
Murillo también pintó cuadros de tema religioso, donde refleja perfectamente la religiosidad andaluza de la época, destacando La Sagrada Familia del pajarito (Museo del Prado), San Antonio de Padua (Catedral de Sevilla), La Adoración de los pastores y La visión de San Francisco, ambas en el Museo de Sevilla, siendo también típicas de su producción el tema de la Virgen con el niño.