María, Madre de la Iglesia y devoción mariana

Clasificado en Religión

Escrito el en español con un tamaño de 3,1 KB

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA

María es “Madre de la Iglesia” porque es la madre espiritual de todos los creyentes.

Esto es así no por invención nuestra, sino por voluntad de Dios, debido a la unión inseparable entre María y Cristo desde el momento de la concepción virginal de Jesús hasta su muerte, lo cual se manifiesta particularmente en la hora de su pasión, donde Jesús constituye a María “madre” de todos sus discípulos, figurados en el discípulo amado allí presente.

Este título fue proclamado por Pablo VI y su fiesta fue fijada por el Papa Francisco el lunes después de Pentecostés (coincide con la fiesta de la romería al Rocío).

María fue el centro de la Iglesia naciente cuando, tras la muerte de su Hijo, congregaba a todos en torno a sí.

LA DEVOCIÓN A MARÍA

El mismo Dios quiso hacerse presente en la historia de la humanidad por medio de María. También en la historia personal de cada uno de nosotros Él quiere hacerse presente a través de María.

La Virgen María no es una diosa. Es una mujer de carne y hueso, con cuerpo y alma, a quien Jesús nos ha dejado como Madre. Una Madre que guía, que enseña, que educa, que le importa lo material y espiritual de cada uno de sus hijos.

Hay que tener en cuenta que el culto rendido a los servidores de Dios honra a Dios mismo, que se manifiesta por ellos y por ellos nos atrae hacia Él. En el caso de la Virgen María, este culto es muy especial porque Dios mismo la hizo y la constituyó en la cima de la santidad, llenándola de todas las gracias y así podemos deducir que es su voluntad que la honremos cuanto nos sea posible.

Conviene diferenciar que el culto que tributamos a María no es un culto de latría (adoración), que solamente está reservado a Dios, sino un culto de dulía (veneración que se da a los santos). Pero por ser ella la más santa, el culto es de hiperdulía: veneración suprema, pero no adoración.

¿Cuál fue su papel durante la pasión y muerte de Jesús?

Ella estaba viviendo en su corazón la misma pasión de Jesús. Nos dice el Evangelio que en el momento de la presentación de Jesús en el templo, el anciano Simeón le profetiza.

  • Ese momento llega cuando su Hijo inicia su pasión. Una fue la voluntad de Cristo y de María: ambos ofrecían a Dios un mismo holocausto. Se asocia plenamente al sacrificio redentor de Cristo mediante el sacrificio de su corazón de madre.
  • Ella en la pasión ejerció su misión corredentora. Al pie de la cruz se mantuvo erguida, sin protesta, con un dolor como no puede haber otro. Humanamente es imposible que una madre pueda afrontar un dolor así, es un milagro de la gracia de Dios que pudiese estar fiel al pie de la cruz sin que su fe se derrumbara pese a ver el sufrimiento de su Hijo.

¿Verdaderamente nos ama como a hijos?

La Virgen nos ha dado a luz con el dolor de la cruz. Ella nos ha ofrecido lo más querido para que tengamos vida, para que vayamos al cielo. Estamos presentes continuamente en su corazón.

Entradas relacionadas: