Max Weber: Carisma, Responsabilidad y la Estructura del Estado

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La Visión de Max Weber sobre Liderazgo y Política

Que la jefatura del Estado está ocupada por funcionarios de carrera, no políticos, y esto provoca que el carisma haya sido eliminado de la política. A nivel de funcionamiento tiene unos resultados fantásticos, pero falta la capacidad de liderazgo. Entonces, el único líder que había en el país era el Emperador, y este no puede ejercer política, ya que su posición es estar por encima de esta.

Pone el ejemplo de España como el otro extremo que no es deseable, donde todos los cargos están ocupados por políticos y provoca que, al cambiar de gobierno, cambian todos los empleados.

Lo que dice Max Weber es que el Ministerio debe estar ocupado por políticos. En Alemania no sucede esto y se ve en la pérdida de la Primera Guerra Mundial. Weber ve esta derrota como política. Inglaterra, al contrario que Alemania, consigue una coalición política muy fuerte y esto la hace vencedora a pesar de tener un ejército muy inferior al alemán.

Weber pone de manifiesto la necesidad de un líder carismático, que se comprometa, haga caso a los funcionarios y no caiga en la corrupción; ministros que trabajen y se apoyen en los funcionarios.

La construcción de un Parlamento implicado y metido en la tarea de gobierno, como el que había en Inglaterra. En Alemania, en ese momento, el Parlamento no proponía soluciones ni se implicaba, simplemente se limitaba a criticar.

Pero no es tarea fácil combinar el carisma con la experticia.

Weber propone el balance de estas dos éticas en la figura del líder carismático, que debe estar convencido y creer en sus propias palabras, pero que no tome decisiones solo basándose en sus convicciones. Tiene que combinarlo con la responsabilidad política, el pragmatismo, ya que en la vida política es necesario llegar a acuerdos, pactos, compromisos

La parte de expertos funcionarios y la parte de políticos debe retroalimentarse. Así, el Parlamento gobierna más y los políticos se acostumbran a negociar y adquirir una mayor responsabilidad.

Al coger el Parlamento este rol más activo, se acostumbran a trabajar y colaborar con los funcionarios. Y así se convierten en políticos con carisma y ética de la responsabilidad, como sucedía en el Parlamento británico.

En las comisiones del Parlamento británico discuten día a día y siguen lo que hace cada ministro, debaten y negocian los programas de gobierno. En España esto no sucede, el Parlamento no tiene autoridad para hacerlo, simplemente critica.

Weber no estaba equivocado. En Alemania aprendieron de sus errores y, a partir de los años setenta, el Parlamento se convierte en una institución comprometida en la tarea de gobierno.

Por lo que la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción no se excluyen, sino que deben complementarse para el buen funcionamiento de la política.

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