La memoria autobiográfica y la lucha contra el olvido de la escritura
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Puede articularse toda una teoría de la forma autobiográfica, contraponiendo la memoria autobiográfica a la forma de olvido que la escritura supone, pues la autobiografía no será otra cosa que un modo de combatir, de limitar, el olvido de la escritura. El fundamento de la escritura autobiográfica es establecer la existencia, la presencia de una voz que sustentando su verdad en forma de testimonio directo, quiere trascender la propia escritura.
La relación hombre-voz
La lucha del narrador es por recuperar el espacio en el cual la escritura no se ha liberado de la voz originaria, y cuya presencia en forma de testimonio está constantemente convocada. La escritura autobiográfica establece sobre todo una relación hombre-voz, en su dimensión de presencia actualizada constantemente. A un lector, alejado ya de las experiencias que son ahora solamente escritura, la memoria autobiográfica le supone la constante inmersión en la escritura de la presencia de un autor que le está diciendo al oído que aquellas letras son palabras que reproducen una experiencia real de cuya verdad el autor es testigo.
La importancia de los detalles
Lo visto, lo olido, lo sentido ocupan, el lugar de privilegio. Así se entiende, la mucha importancia que en el estilo de las autobiografías, suelen tener los pequeños detalles y la acumulación de menudencias en fechas, en circunstancias. Estas acumulaciones de detalles tienen la función de remitir lo escrito a una experiencia propia, e irrepetible, de quien lo ha vivido. Las sensaciones, la importancia de los sentidos primarios de percepción y los detalles que se acumulan responden a ese sentido presencial, de actualidad en el cual el saber se liga a la experiencia: la fuente del saber es la experiencia directa.
Ambigüedad e interpretación
Otro contenido que puede ayudarnos a entender el género del que tratamos es la cuestión de la ambigüedad y la interpretación. La escritura es una forma de olvido que al desligarse de la experiencia concreta permite el desarrollo de la ambigüedad y abre el juego de las interpretaciones. Pero la autobiografía es un género que pretende dejar a la interpretación poco paso. En cierta medida la interpretación nace del olvido. El emisor pretende que el margen de las interpretaciones sea lo más estrecho posible, imponiendo entre el texto y el lector la verdad de la referencia, el testimonio del autor sobre ella.
La inmediatez del pasado presente
La autobiografía pretende reinstaurar en cada paso el tiempo de la inmediatez. De ahí que los sucesos se reproduzcan puntuales y de ahí la fuerte ligadura establecida entre los tiempos sucesivos y el tiempo de la lectura, como si el emisor le dijera al receptor: eso que lees lo vi, lo viví, lo supe, lo escuché, lo olí. Pero, aunque lo he puesto en pasado la escritura autobiográfica camina en el presente, en la inmediatez del tiempo presente: lo que viví es lo que ahora lees, ahora escuchas lo que yo escuché. La memoria autobiográfica es pasado presente. La forma de la temporalidad autobiográfica es siempre una forma de presencia. El error de quienes han querido deconstruir el acto autobiográfico, es no haber advertido que existe una interdependencia entre el hablar del yo retrospectivo que escribe una autobiografía en el presente y de los varios “yoes” acerca de los que el autobiógrafo escribe.
El pasado es presencia constante, dinámica, penetra en el interior del presente e interactúa con él. El pasado nunca existió sino según las necesidades de esa presencia. Constituirse como ser histórico y verdadero es esencial al acto autobiográfico. Por eso es necesario inscribir el hecho autobiográfico en un lugar diferente al de la mera figuración ficcional.