Mercantilismo, Despotismo Ilustrado y Sociedades Económicas: Claves del Siglo XVIII
Mercantilismo: Intervención y Protección en el Siglo XVII
El mercantilismo fue el sistema económico predominante durante la monarquía absoluta a mediados del siglo XVII. Se caracterizaba por ser un sistema intervencionista y proteccionista, donde el Estado jugaba un papel crucial. Este intervencionismo se manifestaba, en particular, a través de barreras aduaneras impuestas a las importaciones. El objetivo principal era proteger la producción nacional de la competencia extranjera, buscando aumentar el poder del Estado y, sobre todo, sus reservas de oro y plata.
Las políticas mercantilistas se centraban en proteger los productos nacionales, prohibiendo la importación (excepto de materias primas necesarias para la elaboración) y favoreciendo la exportación de productos manufacturados. Esto buscaba enriquecer al Estado, que controlaba y dirigía la economía mediante la creación de compañías comerciales y Fábricas Reales, reglamentando la producción con leyes proteccionistas.
En el mercado interior, se defendía la eliminación de las trabas gremiales, la potenciación de la industria manufacturera y la mejora de las infraestructuras de transporte. El Estado, por lo tanto, actuaba como un agente económico activo. En España, la aplicación plena del mercantilismo se retrasó hasta el siglo XVIII, con la introducción de las ideas fisiocráticas y liberales.
Despotismo Ilustrado: Absolutismo con Reformas en el Siglo XVIII
El despotismo ilustrado fue una forma de gobierno practicada por ciertas monarquías europeas durante el siglo XVIII. Los reyes, sin renunciar a su condición de soberanos absolutos, intentaron aplicar medidas "ilustradas" de corte reformista en aspectos sociales y económicos. Este sistema representó la culminación de la monarquía absoluta, con los ilustrados influyendo en la segunda mitad del siglo XVIII.
El objetivo declarado del despotismo ilustrado era "hacer a los individuos virtuosos y a los pueblos felices". Su lema característico era "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". En realidad, se trataba de un absolutismo con un barniz filosófico, que solo implementó algunos cambios ante el temor de perder su poder. Por lo tanto, no ofrecía la posibilidad de participación ciudadana en el gobierno y mantenía las profundas desigualdades sociales y jurídicas propias del Antiguo Régimen.
En España, destacó Carlos III (1759-1788), quien promovió reformas económicas (limitación de los privilegios de la Mesta y libertad de comercio con América), reformas sociales, apoyo a mejoras en la educación y defendió las prerrogativas del Estado frente a la Iglesia.
Sociedades Económicas de Amigos del País: Difusión de la Ilustración
Las Sociedades Económicas de Amigos del País fueron asociaciones impulsadas por los gobiernos del despotismo ilustrado en el siglo XVIII. Se establecieron en más de 80 localidades españolas, integradas por ilustrados locales pertenecientes a la nobleza, el clero, la escasa burguesía y funcionarios civiles y militares. Su finalidad principal era fomentar las actividades económicas y, sobre todo, difundir las ideas de la Ilustración.
En 1765, el Gobierno aprobó la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, fundada en Azcoitia bajo la dirección del conde de Peñaflorida y otros aristócratas. Fue la primera de su tipo, y a imitación suya surgieron otras como la Matritense, la de Zaragoza o la Tudelana, alentadas por el ministro Campomanes.
En general, estas sociedades se dedicaron a estudiar la situación económica de sus respectivas regiones y a fomentar la agricultura, el comercio y la industria. También impulsaron la instrucción pública, la traducción y la publicación de libros extranjeros, promoviendo así la cultura. Todas ellas contaban con el respaldo de la corona.