Mercantilismo: Orígenes, Principios y Críticas
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El mercantilismo es una doctrina económica que sostiene que la riqueza de un país reside en la acumulación de metales preciosos. Esta doctrina se desarrolló en Europa entre los siglos XVI y XVIII, y tuvo una gran influencia en las políticas económicas de las potencias de la época.
Principios del Mercantilismo
- Metalismo: La riqueza de una nación se mide por la cantidad de metales preciosos que posee. España, al ser el único país con minas de oro y plata en sus colonias americanas, se convirtió en el principal exponente de este principio.
- Industrialismo: Fomenta la producción industrial nacional para exportar bienes manufacturados a cambio de metales preciosos. Francia, bajo el ministro Colbert, se destacó en la producción de artículos de lujo que eran comprados por España, pagando con metales preciosos.
- Poblacionismo: Promueve el crecimiento de la población para aumentar la mano de obra y, por ende, la producción. Alemania incentivó el aumento de la población para tener más trabajadores y así incrementar la producción de bienes para exportar a España.
- Balanza comercial favorable: Se busca exportar más de lo que se importa. La diferencia entre exportaciones e importaciones se salda con metales preciosos, aumentando la riqueza del país.
- Proteccionismo: Se implementan medidas para proteger la producción nacional de la competencia extranjera, como aranceles a las importaciones.
- Imperialismo: Aunque no es un principio en sí mismo, es fundamental para el mercantilismo. La obtención de colonias provee materias primas y metales preciosos, además de ser mercados cautivos para los productos manufacturados de la metrópoli. Todos los estados mercantilistas buscaban expandir sus imperios coloniales.
Críticas al Mercantilismo
- Fisiócratas: Sostenían que la verdadera riqueza no reside en la acumulación de metales, sino en la producción agrícola. La tierra es la única fuente de riqueza genuina.
- Adam Smith: El padre del liberalismo económico criticó el mercantilismo en su obra "La riqueza de las naciones". Argumentaba que la riqueza proviene del trabajo y que la libre circulación de productos y trabajadores, sin restricciones, genera mayor riqueza.
Teóricos del Absolutismo
Nicolás Maquiavelo (Italia, 1469-1527)
En su obra "El Príncipe", Maquiavelo sostiene que el gobernante puede utilizar cualquier medio para obtener y conservar el poder. No justifica el absolutismo, pero enseña cómo usarlo. Su famosa frase "Más vale que te teman a que te quieran" resume su visión de que el príncipe debe ser temido. Para Maquiavelo, el fin justifica los medios, y la mejor forma de llegar al poder es a través de la inteligencia, el talento y el trabajo. Valida el uso de las armas para eliminar a sus enemigos, generando temor en el pueblo.
Bossuet (Francia, 1627-1704)
Sacerdote y teórico del absolutismo, Bossuet defendía la monarquía como una forma natural de gobierno, divina y sagrada. Consideraba que el rey era elegido por Dios y que su poder era indiscutible. Su teoría del derecho divino de los reyes legitimaba el absolutismo, aunque también establecía límites morales al monarca, quien debía rendir cuentas a Dios. El rey no actuaba arbitrariamente, sino con razón, buscando lo mejor para su pueblo como forma de agradecimiento a Dios.
Hobbes (Inglaterra, 1588-1679)
Hobbes propuso que las naciones prosperan bajo una monarquía no porque tengan un príncipe, sino porque le obedecen. Diferenciaba dos estados: el estado de naturaleza, caracterizado por la violencia, la ausencia de propiedad privada y el miedo constante; y la sociedad civil, donde existe la ley, la seguridad y la paz. Hobbes, racionalista y contractualista, argumentaba que los hombres, mediante un contrato voluntario, ceden su poder al rey para salir del estado de naturaleza y alcanzar la felicidad en la sociedad civil. El poder se justifica mediante la razón.