Métrica, Estructura y Voz Lírica en un Poema de Josefina de la Torre

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Métrica: Fusión de Vanguardia y Clasicismo

Métricamente, el poema es una combinación del versolibrismo (más propio de las vanguardias) y modelos clásicos. Por ello, hay regularidad en la medida, entrelazando versos heptasílabos y alejandrinos, pero no en la rima (consonante y asonante, poco significativas). Recuerda a la silva, si no fuese porque los versos endecasílabos aquí se sustituyen por alejandrinos, tan del gusto modernista.

Estructura: Circularidad y Paralelismo

Estructuralmente, el poema es circular: paralelísticamente empieza y acaba con rondo por las oscuras/sordas paredes de mí misma. Se ve con estos versos cómo aquello que le causa dolor (oscuras paredes) no encuentra, finalmente, respuesta (sordas paredes).

La estructura paralelística, anteriormente señalada, se complementa con el uso de bimembraciones muy significativas, tales como silencio y vacío o desalentado y lento, que no son sino una constatación del estado de ánimo de la autora.

Recursos Estilísticos Clave

En los versos centrales encontramos la clave para entender el porqué de su frustración. Se sirve para ello del asíndeton, que explica lo que desea (fruto, sonido, creación, universo), refiriéndose al hijo, y del polisíndeton que, reforzado por la negatividad del adverbio no y la conjunción ni, explica cómo el deseo no se ha concretado (no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía).

La paradoja de “buscarse y no encontrarse” no es sino una exposición inicial de lo que luego se va a desarrollar: la frustración, el dolor.

El símil ayuda a descubrir el estado de desconcierto de la autora: voy como dormida en las tinieblas.

Hemos dejado para el final el recurso más significativo del poema, la metáfora. Con ella casi “visualizamos” algo tan íntimo como la insatisfacción de la autora. Imaginamos que la protagonista se encuentra en una habitación vacía y oscura (su interior), y ronda por ella y, a ciegas, tantea (se encuentra perdida, no halla respuestas), habla, pregunta, pero nadie responde (sordas paredes); solo espera el momento de descubrir mi sombra (final ambiguo, pues puede ser que su dolor se alivie, que espere solo la muerte...).

Nivel Léxico-Semántico: El Reflejo del Desánimo

Respecto al nivel léxico-semántico, destaca el uso de sustantivos concretos (paredes, eco, esquinas, tierra) en unión con los abstractos (incertidumbres, armonía, esencia), que sirven para detallar el hecho concreto que le produce la insatisfacción. Si a ello unimos los adjetivos explicativos (oscuras, torpe, desalentado, sordas), tenemos como resultado el campo semántico que prevalece en este poema, y que no es otro que su estado de desánimo.

Nivel Morfosintáctico: Construyendo el Ritmo y el Significado

Morfosintácticamente, las oraciones coordinadas sirven para ralentizar la descripción (No me encuentro... y voy...; me busco y no me encuentro); descripción que se ve enfatizada con el uso de las subordinadas adjetivas (no pude ser tierra... que son fruto...). Destacables son también las subordinadas adverbiales, puesto que explican las circunstancias vitales de la autora (voy como dormida, voy tanteando, y rondo esperando).

Uso Verbal: Temporalidad y Subjetividad

Por lo que respecta al uso verbal, son significativos, por una parte, la unión de los tiempos presente (busco, voy), pasado (no pude) y futuro (esperando). Se reafirma así que la situación en que se encuentra el yo poético no es coyuntural, sino que se perpetúa en el tiempo. Lo corrobora también el valor durativo de los gerundios (tanteando, esperando); y, por otra, el uso de la primera persona a lo largo de todo el poema, dejando claro con ello la subjetividad de la autora.

Reflexión Final: Literatura y Expresión Personal

Cuando hablamos de una obra literaria, lo que la diferencia de otro tipo de textos es la utilización del código con fines estéticos. Las palabras se eligen por su poder de evocación y sugerencia. Así lo hace Josefina de la Torre en este poema.

Hoy en día proliferan espacios comunicativos en los que personas, lejos de ser escritores, dan testimonio de diversas circunstancias personales. Pero hay que ser capaz de diferenciar entre idear una historia y escribirla. En el discurso que puebla las bitácoras importa más el qué que el cómo.

No obstante, tanto el texto literario como la expresión cotidiana del hablante se nutren de una base común: el deseo de exteriorizar los más profundos sentimientos y saberes.

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