Miguel Ángel Buonarroti y el Manierismo

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MIGUEL ANGEL BUONARROTI

Cuando el Papa Julio II le encargó pintar la bóveda de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel apenas había practicado la técnica del fresco y su interés se centraba en la tumba papal. No obstante, tuvo que aceptar, pues en la Sixtina habían pintado famosos maestros del Quatrocento.

La bóveda (1508-1512)

Representa escenas del Génesis, desde la Creación hasta el diluvio universal, dentro de marcos arquitectónicos en perspectiva, que junto con los fuertes escorzos logran la impresión de profundidad. Los 33 personajes son un canto al cuerpo humano, como obra máxima de la creación: macizos y monumentales, desnudos, en posturas muy variadas, muchas veces forzadas y violentas. Por su masa, movimiento impetuoso y colorido contrastado expresan tensión y distan ya del equilibrio y la armonía clásica.

La creación del hombre

Situados sobre la arquitectura fingida, los profetas y las sibilas anuncian al Mesías y la Redención, necesaria por la caída del ser humano.

Los ignudi personifican a los pueblos paganos de la Antigüedad, llenos de vida y movidos por pasiones ajenas a la verdad que les rodea, o como presagio de la Revelación. Los desnudos broncíneos suponen un grado más: los pueblos bárbaros, inaccesibles a la profecía de la venida de Cristo.

Juicio Final (1533-1540)

En un momento histórico diferente, de crisis espiritual y pesimismo ante la división del cristianismo por la Reforma, pintó en el muro de la cabecera el tema del Juicio Final. El conjunto es dramático: una masa humana de hinchadas musculaturas y movimiento agitado, en un espacio que no se precisa, sin marco arquitectónico. Esa falta de serenidad y de claridad son, sin duda manieristas.

El Dios de los cristianos se representa como si fuera Júpiter: desnudo, hercúleo, iracundo, terrorífico, juez sin compasión. Determina con su gesto el destino de los seres humanos, impelidos hacia la salvación o rechazados hacia el infierno. Hasta los elegidos están temerosos y su intercesión parece en vano: la Virgen contraída, aparta la cabeza, y los Santos, sobrecogidos, enseñan sus atributos de santidad.

Reacción contra el clasicismo

En pleno clasicismo renacentista ya se reacciona contra la conversión del arte en la aplicación de una norma rigurosa. Así, Miguel Ángel y Rafael en Roma y Pantormo y Rosso en Florencia, buscan un lenguaje más versátil para adaptarse a cualquier exigencia expresiva. A partir de 1520, estas primeras reacciones individuales formarán una corriente artística innovadora, el MANIERISMO, que al apostar por la libertad frente a la norma, abarcará una gran diversidad de formas y tendencias, pero el rasgo común del anticlasicismo lo convierte en el estilo europeo de casi todo el siglo XVI.

Expresión artística en crisis

Ante un mundo que pierde sus seguridades (Reformas, guerras en Italia) la pintura se aparta de la realidad objetiva: proporciones y colores arbitrarios; insistencia en el dibujo, actitudes rebuscadas y forzadas, composiciones confusas, la indeterminación del espacio; todo ello empleando con gran virtuosismo técnico los elementos del arte renacentista: dominio del dibujo, de la anatomía y el movimiento, de la tridimensionalidad (perspectiva, escorzo)... Se impone el capricho, lo heterodoxo y la tensión frente al equilibrio, que son recursos expresivos para crear, no ya escenas reales, sino visiones trascendentes.

El lavatorio. Tintoretto

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