Miguel Ángel: El Genio del Renacimiento entre la Escultura y la Pintura

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Miguel Ángel: El Genio del Renacimiento

Escultura

Primeros Proyectos

El ambicioso proyecto de la tumba del Papa Julio II, iniciado en 1505, sufrió varias interrupciones debido al proyecto de la nueva Basílica de San Pedro. La costosa extracción de los bloques de mármol de Carrara, los continuos contratos y las revisiones del proyecto (hasta cuatro) dificultaron su realización. En 1532, se realizaron nuevas trazas para un sepulcro parietal en la iglesia de San Pietro in Vincoli. A este proyecto pertenecen los inconclusos Esclavo Rebelde y Esclavo Moribundo, espectaculares estudios anatómicos que muestran figuras en tensión y relajación, una girando sobre sí misma como una hélice y la otra en contrapposto. Si los esclavos expresan el alma sometida por la materia o los pueblos subyugados por el cristianismo, Moisés representa el esplendor divino, y el conjunto encarnaría el triunfo de la libertad. El descubrimiento del Laocoonte helenístico en 1506, calificado como la obra de mayor sufrimiento de la Antigüedad, influyó en la representación de la ira de Moisés y en los esclavos, como una transposición de los hijos del sacerdote troyano.

Sepulcros de los Médici

Entre 1520 y 1534, Miguel Ángel realizó los sepulcros de la Sacristía Nueva de San Lorenzo, inspirándose en la Vieja Sacristía diseñada por Brunelleschi. En las tumbas de los Médici, Giuliano y Lorenzo, Miguel Ángel innova el concepto de monumento funerario, cambiando la tradicional postura recostada de los difuntos por una sedente y alejándose del retrato para representar caracteres de personalidad. La idea general es el transcurrir de la vida humana. Esta noción del tiempo se plasma en las cuatro alegorías. Giuliano, entre el Día y la Noche, es representado como general romano, encarnando la vida activa con el espíritu de Júpiter. Lorenzo, entre la Aurora y el Crepúsculo, en actitud pensativa (de ahí su apodo Il Pensieroso), encarna la vida contemplativa con el espíritu de Saturno.

La Piedad

En 1534, Miguel Ángel se trasladó a Roma, donde compaginó arquitectura, escultura y pintura. Abordó el tema de la Piedad en dos ocasiones: la de la Catedral de Florencia (1550) y la Piedad Rondanini (1555), su última obra, que fusiona los cuerpos al límite.

Pintura

Primeras Obras

Miguel Ángel elimina el paisaje y concentra la energía en el modelado mediante volúmenes netos. Crea violentos escorzos para obtener equilibrio dinámico, y las enormes proporciones se acompañan de una fuerza titánica, levantando montañas de músculos inspirados en el Laocoonte. Su primera obra conocida es la Sagrada Familia de los Uffizi (1505), un tondo pintado al temple. En la misma fecha, realizó La Batalla de Cascina sobre cartón, que se emplazaría frente a la de Leonardo, aunque nunca se realizó.

La Capilla Sixtina

Su obra maestra es la bóveda de la Capilla Sixtina (1508-1512), el mayor conjunto pictórico del Renacimiento. En un enorme programa iconográfico, reunió casi 350 figuras de gran tamaño, luchando contra las irregularidades de los lunetos. Fingió una arquitectura de arcos, pilastras y medallones para separar las escenas del Génesis. Esta arquitectura fingida produce efectos ilusorios de relieve, como en los ignudi. Jóvenes desnudos, profetas y sibilas llenan el espacio con energía. En 1533, el papa Clemente VII le encargó el testero de la Sixtina con una Resurrección de Cristo y, a la entrada, una Caída de los Ángeles Rebeldes (abandonada pronto). Su sucesor, Paulo III, le encargó el Juicio Final (1535-1541). Esta gigantesca escena de pavorosa agitación apocalíptica narra las postrimerías. Con un horizonte bajo, la acción se sitúa en el aire, sin profundidad. Cristo, imberbe, apolíneo y feroz, juzga con gesto airado, más parecido a Júpiter vengador que al Dios misericordioso. En los extremos superiores, ángeles sin alas portan los atributos de la Pasión. Debajo, ángeles trompeteros llaman a vivos y muertos. El movimiento ascendente de los elegidos y la caída de los condenados crean un dinamismo arrollador. A un lado, los difuntos resucitan y ascienden ayudados por los justos; al otro, los demonios arrastran a los réprobos, Caronte los desaloja de su barca y Minos los guía al infierno.

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