Miguel Hernández y las Corrientes Poéticas de la Posguerra Española

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El caso de Miguel Hernández

Nació en Orihuela en 1910. Pertenecía a una familia humilde y fue un poeta autodidacta que se trasladó a Madrid, donde conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda, quienes contribuyeron poderosamente a su formación. Tras múltiples vicisitudes, todas ellas terribles, por su vinculación con el bando republicano murió en la cárcel de Alicante en 1942 a causa de una tuberculosis.

Su poesía es apasionada, llena de ardor y vehemencia. Dentro de sus obras podemos destacar:

  • El rayo que no cesa, donde se concibe el amor como una tortura y un sentimiento trágico.
  • Viento del pueblo, libro de poemas de contenido político.
  • Cancionero y romancero de ausencias, colección de poemas escritos en la cárcel.

Poesía de posguerra

Etapa de los años 40 y principios de los 50: en ella encontramos a Miguel Hernández. Se les suele agrupar bajo el rótulo de “Generación del 36”. Parte de ellos continuaron su obra en el exilio. Los que siguen en España se orientan por caminos diversos, que Dámaso Alonso redujo a:

Poesía arraigada

En su centro hallaríamos a un grupo de poetas que se autodenomina “juventud creadora” y que se agrupan en torno a la revista Garcilaso, por lo que también se les llamará garcilasistas.

Uno de los temas dominantes es un firme sentimiento religioso, junto con temas tradicionales (el amor, el paisaje, etc.). A tales características responde la poesía de Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco... Algunos desbordarían más tarde los límites de ese lirismo clásico; sería ejemplo máximo Luis Rosales, que compone en 1949 La casa encendida, conjunto de largos poemas en versículos y de lenguaje personalísimo.

La poesía desarraigada

Quedaría opuesta a la anterior. Se trata de una poesía arrebatada, de agrio tono trágico. La religiosidad también está muy presente, pero adopta en ellos el tono de la desesperanza, de la duda, o se manifiesta en invocaciones o imprecaciones a Dios por el misterio del dolor humano.

A esta poesía corresponde también un estilo muy distinto al de los garcilasistas: un estilo bronco, directo, más sencillo y menos preocupado por los primores estéticos. Se incluyen Dámaso Alonso, con sus Hijos de la ira, y el grupo de poetas reunidos en torno a la revista Espadaña. Destacan los primeros libros de Gabriel Celaya y Blas de Otero. La distinción entre ambos grupos de poetas no es absolutamente tajante.

La poesía social

Hacia 1955 se consolida el llamado realismo social. De esta fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos iberos, de Gabriel Celaya. En este giro les acompañará Vicente Aleixandre con Historia del corazón.

Obras como ésta muestran un nuevo concepto de la función de la poesía en el mundo. La poesía, por tanto, debe tomar partido ante los problemas del mundo que les rodea. La poesía es un instrumento para cambiar el mundo. La poesía se ejerce como acto de solidaridad con los que sufren, abandonando la expresión de los problemas íntimos o existenciales, rechazando los lujos esteticistas y la neutralidad. En cuanto a la temática, destaca el tema de España.

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