Miguel Hernández: Etapas clave de su poesía (amorosa, bélica y existencial)

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Etapas clave en la obra poética de Miguel Hernández

La trayectoria poética de Miguel Hernández, aunque breve, se distingue por una notable evolución marcada por sus experiencias personales y el contexto histórico. Se pueden identificar principalmente dos etapas fundamentales:

Etapa Amoroso-Existencial (1935-1936): El "Yo" Personal y la Herida Amorosa

En 1935, Miguel Hernández realiza su segundo viaje a Madrid. Ya había iniciado su noviazgo con Josefina Manresa, pero en Madrid, tras romper con ella, experimenta relaciones con la pintora Maruja Mallo y la escritora María Cegarra. Esta etapa se caracteriza por la exploración del mundo interior, la introspección y el sentimiento amoroso.

El rayo que no cesa (1936), resultado de la reelaboración de Imagen de tu huella y El silbo vulnerado, es la obra cumbre de este periodo. Compuesta por veintisiete sonetos y tres poemas extensos, incluyendo la célebre "Elegía a Ramón Sijé", marca una transición hacia la "poesía impura" (concepto que se consolidará en su etapa posterior, ligada a la Guerra Civil).

La metáfora central es el "rayo" como representación de la herida amorosa. Esta imagen fusiona la tradición petrarquista con la mística de San Juan de la Cruz. El rayo simboliza el dolor, la queja por el amor no correspondido o inalcanzable, el choque entre el vitalismo del poeta y el rechazo. Otras metáforas y símbolos recurrentes, como el toro (que representa la masculinidad en libertad y el destino trágico en la plaza), se inspiran en la naturaleza.

Etapa Bélica (1936-1939): Del "Yo" al "Nosotros", la Poesía como Arma

En el verano de 1936, la ideología de Miguel Hernández experimenta un cambio significativo: pasa del individualismo a una conciencia social ("nosotros"). Con el estallido de la Guerra Civil, se afilia al Partido Socialista y lucha en varios frentes, donde sus poemas son recitados en las trincheras. Surge así el "poeta soldado" y una poesía comprometida con la causa republicana.

Esta etapa se caracteriza por la reivindicación de los derechos del pueblo, la defensa de la libertad y la igualdad. La poesía de Hernández no es solo "literatura de urgencia", sino el resultado de una profunda convicción social. Su compromiso se manifiesta tanto en su obra como en su vida.

Viento del pueblo (1937) es el primer ejemplo de esta poesía de urgencia. Su contenido abarca la elegía, el dolor por la muerte, la exaltación heroica, el sarcasmo y la denuncia social. El poeta se convierte en la voz del pueblo, devolviendo la poesía a su destinatario original.

El hombre acecha refleja el desolador panorama de la guerra y la lucha por ideales que conducen a la aniquilación. Predomina la amargura ante el odio y la crueldad. El hombre se animaliza, la naturaleza se retrae y solo queda el terror y la soledad. Sin embargo, Hernández dirige su mirada hacia su esposa e hijo, símbolos de esperanza en un futuro mejor. El libro concluye con una petición: "dejadme la esperanza".

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