Miguel Hernández: Poeta entre la Tradición Clásica y la Vanguardia del Siglo XX

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Tradición y Vanguardia en Miguel Hernández

La figura de Miguel Hernández es imprescindible en el panorama poético español del siglo XX: su vida y su obra sirven de puente entre las dos etapas en las que tradicionalmente se ha dividido la literatura española de ese siglo, antes y después de 1936.

Primeros Años y Formación Autodidacta

En Miguel Hernández, como se sabe, no existe una formación verdaderamente académica, lo que no significa ausencia de base cultural en absoluto, ya que sus lecturas fueron numerosas y constantes. Al principio, tal vez, de una manera desordenada e incoherente; después, siguiendo un criterio que le acercaba a los clásicos y, sobre todo, a los poetas líricos del siglo XVI.

Primer Viaje a Madrid y Neogongorismo

El primer viaje a Madrid, con el objetivo de publicar sus versos en la Gaceta Literaria que dirigía Ernesto Giménez Caballero, no le resultó satisfactorio. Sin embargo, le permitió conocer la actividad poética del momento, impregnada de gongorismo. Ello le empujó al cultivo de la metáfora, al empleo del endecasílabo y a la utilización de las estrofas clásicas, que veremos en Perito en lunas, obra publicada a su vuelta a Orihuela. El neogongorismo le permitió elevar a categoría poética lo humilde y cotidiano.

Segundo Viaje a Madrid: Contacto con el 27 y Surrealismo

En su segundo viaje a Madrid, en 1934, logró establecerse en la capital. Esto le permitió trabar contactos con los poetas del 27 y, sobre todo, con Pablo Neruda. A través de ellos, realizó una aproximación al surrealismo, que se hará patente en El rayo que no cesa (1936). Este año fue crucial para el poeta: escribió la Elegía a Ramón Sijé, obtuvo reconocimiento público y recibió el elogio de Juan Ramón Jiménez. Antes de la publicación definitiva de El rayo que no cesa, existieron dos versiones previas dadas a conocer póstumamente: El silbo vulnerado e Imagen de tu huella. En ambas versiones se aprecia cómo Miguel Hernández va simultaneando en estas fechas la línea de poesía amorosa y la línea de la poesía de tipo religioso, empujado entonces por el impulso de Ramón Sijé.

La Guerra Civil y la Poesía de Compromiso

El estallido de la Guerra Civil y su participación en ella dieron lugar a una poesía más pesimista e íntima, centrada en preocupaciones personales y sociales. Esto es, justamente, lo que lo acerca a la poesía posterior: Viento del pueblo, El hombre acecha y Cancionero y romancero de ausencias. La nueva voz del poeta va contraponiendo en las tres obras citadas de este período los poemas de corte popularista con la expresión cultista y con los poemas amorosos.

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