Miguel Hernández: Un Viaje Poético de la Tradición a la Vanguardia

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 3,25 KB

Tradición y Vanguardia en la Obra de Miguel Hernández

Primera Etapa: La Influencia de los Clásicos

La primera etapa de Miguel Hernández se caracteriza por la admiración hacia poetas como Virgilio, San Juan de la Cruz, Lope de Vega y Garcilaso de la Vega. En sus primeras creaciones, Miguel escribe versos de gran sonoridad, con ritmos y extensión variados, imitando a escritores como Gabriel Miró, Gustavo Adolfo Bécquer o el murciano Vicente Medina. En esta etapa se observa una amplia variedad métrica, destacando el verso octosílabo, el endecasílabo, el dodecasílabo, el hexadecasílabo y el verso libre.

Segunda Etapa: El Abrazo de la Vanguardia

Hernández no tarda en acercarse a los movimientos vanguardistas, renovando su lenguaje poético a través de la metáfora. Durante la conmemoración del tricentenario de la muerte de Góngora, Miguel entra en contacto con la poesía de Rafael Alberti y otros autores de la Generación del 27. Le influye la llamada "poesía pura". Cultiva el endecasílabo, las octavas reales, las décimas y la metáfora elaborada, que darán como resultado Perito en Lunas. Sin embargo, estas imágenes deslumbrantes y complejas no son incompatibles con el cultivo de la métrica tradicional.

Tercera Etapa: El Rayo que no Cesa y la Consolidación de un Estilo

En El rayo que no cesa, Miguel Hernández se revela como un poeta que ha asimilado plenamente la influencia de Quevedo y el dolorido sentir garcilasiano, así como la forma estrófica del soneto. Su experiencia de amor y desamor se convierte en fuente de poesía, con un estallido de pasión, cegadora y fulminante, como la del rayo que da título al libro. El amante es comparado con un toro que sufre mientras siente morir por la ausencia de la amada, con un cuerpo acostumbrado al sufrimiento y a la pena.

Cuarta Etapa: Viento del Pueblo y el Compromiso Social

En Viento del pueblo (1937), vemos a un escritor profundamente enraizado en el pueblo, con una marcada tonalidad épico-lírica. Para Hernández, la poesía es esencia del pueblo, tiene su raíz en la tierra misma y su destino es el pueblo.

Quinta Etapa: El Hombre Acecha y la Visión Trágica

El hombre acecha (1939) es el resultado de una visión trágica de la vida y de la muerte, con un tono pesimista y negativo, escrito también en versos heptasílabos y octosílabos.

Sexta Etapa: Cancionero y Romancero de Ausencias y la Madurez Poética

Su último libro, Cancionero y romancero de ausencias, es un diario íntimo en el que recoge, de forma intimista y resignada, episodios de su vida. Hernández alcanza su madurez poética; la metáfora se eleva hacia sus cotas más altas de perfección y expresividad, con cierto sabor surrealista, y el poeta prescinde de todo lo superfluo. Los poemas son breves y los versos cortos, con metros más tradicionales. En cuanto a los temas, destacan los referidos al ámbito familiar: los besos a la mujer amada, la ausencia, la distancia (que aumentan las famosas "tres heridas"), el vientre, la guerra, la cárcel. Junto a los temas habituales, cobran especial protagonismo las aves, el olivo, la higuera, el mar, la tierra y el ataúd.

Entradas relacionadas: