El Misterio de la Trinidad: Cómo la Unidad de Dios Define el Amor y la Vocación Cristiana

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¿Qué es el Amor? La Noción Fundamental de la Trinidad

La noción de Trinidad es muy importante. El cristianismo, que afirma que Dios es un eterno intercambio de amor entre tres Personas, cree que la gratuidad de la creación procede de la gratuidad de ese amor interno de Dios. El misterio de la Trinidad es el misterio supremo de un Dios que es enteramente amor.

La Trinidad como Fundamento del Amor Divino

Si Dios no fuera Trinidad, no podríamos decir que es amor. Si Dios, por Jesucristo, se da a conocer como Padre, Hijo y Espíritu Santo, obviamente no es para que nosotros creamos de una manera abstracta o conceptual que es Trinidad. Si Dios se revela como Trinidad, es para que sepamos que el Padre nos adopta en su Hijo y por su Espíritu. Lo cual supone la Encarnación: no podemos ser hijos sino en el Hijo único encarnado.

Dios es Amor (1Jn 4,8.16). Para Dios, existir y amar es lo mismo.

El Amor: Unidad y Pluralidad

Ahora bien, el amor exige unidad y pluralidad. Amor no es amarse a sí mismo; amarse a sí mismo no es amar, porque no es ni dar ni acoger. El amor exige plenitud en uno mismo y salir fuera de uno mismo.

La Plenitud en la Reciprocidad

La verdadera plenitud no es la del soltero, sino la del varón y la mujer que se aman de tal manera que llegan a ser uno. El amor humano tiende a la reciprocidad, a una reciprocidad del amor que constituiría una perfecta unidad del otro conmigo mismo. Todas las personas que aman dicen: “Tú y yo somos uno”.

El Amor Humano y la Perfección Divina

Pero en este mundo, el proyecto del amor humano fracasa siempre y sufrimos por ello: seguimos siendo dos, nunca llegamos a ser absolutamente uno. Pero en Dios, esta unión llega hasta la Unidad, una unidad que es fruto del amor. En Dios, este amor perfecto es la Realidad misma. Un amor verdadero implica una pluralidad de personas. Decir que Dios es amor es decir que es Trinidad.

Implicaciones de la Moral Cristiana

Lo que constituye la trascendencia de la moral cristiana es precisamente que la vocación del cristiano consiste en amar como Dios ama. Es un vínculo vital entre la vida del hombre y la vida de Dios.

Si la vida de Dios son esas relaciones interpersonales de acogida y de don que forman la Trinidad, ser miembro de Cristo consistirá, para el cristiano, en encontrarse inmerso en la vida trinitaria.

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