Mitos Clásicos en Obras Maestras: Rubens y Laocoonte

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Mitos Clásicos en el Arte

El Rapto de Proserpina de Rubens

Siglos XVI-XVII | Museo del Prado (Madrid)

A Proserpina se la representa en el momento en que Plutón la rapta, llevándosela en su carro: la muchacha levanta los brazos al cielo en señal de desesperación. A Plutón se le representa como un hombre de barba tupida y negros cabellos; a veces lleva una corona y blande un bidente; a un lado puede aparecer Cerbero.

Proserpina, hija de Júpiter y Ceres, es la reina de los infiernos. Plutón, hijo de Rea y Saturno, por tanto, hermano de Júpiter, señor del reino de las sombras, enamorado de la muchacha, la rapta mientras ella cogía flores con unas ninfas en el llano de Enna, en Sicilia, y la hace su esposa. Orgulloso el dios con su presa, lanzó a todo correr sus caballos negros, abrió la tierra con un golpe de su cetro y se hundió en el reino de las tinieblas. Este rapto se realizó con la complicidad de Júpiter y en ausencia de Ceres.

Al enterarse esta de la desgracia, partió precipitadamente en busca de su hija, recorrió las montañas, exploró las cavernas y los bosques, atravesó los ríos, encendiendo al llegar la noche dos antorchas para poder continuar su camino en la oscuridad. Al llegar al lago de Siracusa encontró allí el velo de Proserpina y comprendió que el raptor de su hija había pasado por aquel lugar; después supo por boca de la ninfa Aretusa que el raptor era Plutón.

Ceres, al saber dónde se encuentra su hija, se retira enojada, lo que provoca carestías y sequía en la tierra. De modo que Júpiter ordena a Plutón que restituya a Proserpina a su madre; sin embargo, la joven ha comido un grano de granada y eso basta para unirla definitivamente al mundo del más allá. En efecto, según la tradición, quien llegue al mundo de los muertos y coma allí cualquier cosa, no puede volver al mundo de los vivos.

Así pues, Júpiter ordena que la hija de Ceres pase dos tercios del año en la tierra y un tercio con Plutón en el reino de los muertos. Según otros autores debe pasar la mitad del año en la tierra y la otra mitad en los infiernos.

A Proserpina se la celebra en el ámbito de las fiestas eleusinas, organizadas también en honor de Ceres. El culto de la diosa estaba difundido sobre todo en Sicilia, donde se pensaba que había ocurrido el rapto. En el ámbito iconográfico, Proserpina puede estar acompañada de Mercurio, el mensajero de los dioses, al que algunos atribuyen la función de benefactor. La granada, en cuanto fruto relacionado con Proserpina, fue considerada ya desde la Edad Media símbolo de resurrección.

Laoconte

Atenodoro, Hagesandro y Polidoro | S. II a.C. | Museos Vaticanos (Roma)

Tras haber construido el caballo de madera, los griegos lo dejaron abandonado en la playa. Al día siguiente, los troyanos se acercaron a él y comenzó una discusión sobre qué hacer. Laocoonte, que se preparaba para cumplir un sacrificio a Neptuno, arrojó una lanza contra el vientre del enorme animal en el intento de convencer a sus compatriotas para que lo destruyeran.

En ese momento llevaron ante Príamo a un griego, de nombre Sinón, que dijo que el enorme animal había sido construido por los griegos para dar gracias a Minerva. Además, si los troyanos llevaran el caballo a la ciudad, conquistarían el favor de la diosa, lo que les haría invencibles.

Salieron de improviso del mar dos serpientes monstruosas que se dirigieron hacia los hijos de Laocoonte y se enroscaron a sus cuerpos. El sacerdote entonces corrió en ayuda de los muchachos, intentando matar a las horribles criaturas, pero también él quedó atrapado en sus terribles anillos y murió. Luego las serpientes se deslizaron veloces hacia el templo de Minerva donde desaparecieron.

La muerte de Laocoonte se interpretó como un castigo divino y, por tanto, como prueba de la sinceridad de Sinón, y los troyanos llevaron el caballo a la ciudad, abriendo paso a su derrota.

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