Moda e identidad: una relación compleja
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La moda y el vestir guardan una compleja relación con la identidad: por una parte, la ropa que elegimos llevar puede ser una forma de expresar nuestra identidad, de decir a los demás algo sobre nuestro género, clase, posición, etc.; por otra, nuestra indumentaria no siempre se puede leer, puesto que no habla directamente y, por consiguiente, está expuesta a malas interpretaciones.
El anonimato aumenta la importancia que se le concede a la imagen. Dos estrategias para hacer frente al anonimato: la idea de que el carácter es inmanente en el aspecto, la verdad que se oculta bajo el aspecto, y un deseo alternativo de artificio y juego con la apariencia, mediante la moda y el disfraz, provocado por la naturaleza de la ciudad anónima.
El dandi y el romántico: dos prácticas divergentes de vestir
Las figuras del dandi y el romántico del siglo XIX representaron dos prácticas divergentes de vestir y de consumo coexistentes. El estilo dandi era un estilo aristocrático antiguo de vestir que manifestaba un interés por la distinción individual. El estilo romántico representaba un deseo más familiar dentro de la cultura contemporánea, concretamente la de ser un individuo expresivo y sincero con uno mismo.
La contradicción de la apariencia
Sobre el aspecto y la identidad hay una contradicción fundamental: mientras queremos leer al otro a través de su aspecto y esperamos poder hacer con exactitud, al mismo tiempo somos conscientes de que las apariencias pueden ser engañosas. Ser consciente de la problemática naturaleza de la apariencia no nos impide intentar controlar cómo cuidamos y calculamos nuestro aspecto para presentar nuestra mejor cara o dar una buena impresión.
La ropa: un compromiso entre lo social y lo individual
La ropa que elegimos llevar representa un compromiso entre las exigencias del mundo social, el medio al que pertenecemos y nuestros deseos individuales. Aunque la indumentaria indica nuestra afiliación a comunidades concretas y expresa valores, ideas y estilos de vida compartidos, no queremos ser clones vestidos de forma idéntica a nuestros amigos. El cuerpo se ha convertido en el portador de la posición social.
Las subculturas y el habitus
Las subculturas utilizan la ropa, así como otros artefactos populares, para resaltar las diferencias de gusto, estilo de vida e identidad. Esto está relacionado con lo que Bourdieu denominó habitus: las subculturas producen sus propias prácticas particulares, que en parte son orientaciones corporales o formas de moverse, caminar y hablar.
Moda y género: una obsesión por las diferencias
La moda está obsesionada con el género, define una y otra vez las fronteras del género, incluso las prendas unisex demuestran una exagerada obsesión por el género. La ropa que llevan los hombres y las mujeres todos los días, también denotan un afán de marcar las diferencias de sexo.
La ropa llama la atención sobre el sexo de quien la lleva, de modo que uno puede decir, generalmente a simple vista, si es un hombre o una mujer. Esperamos que los hombres tengan aspecto de hombres y las mujeres tengan aspecto de mujeres.
Este proceso empieza temprano: a los bebés, de quienes no se puede decir cuál es su sexo a primera vista, se les suele vestir con colores que los diferencian y anuncian su sexo a la sociedad.
Cuando conocemos a una persona pensamos que vemos su género, pero en realidad no es así, lo que vemos es el aspecto de su género y suponemos que es un indicativo exacto de su sexo.
Sin embargo, la ropa hace algo más que sencillamente atraer las miradas hacia el cuerpo y resaltar los signos corporales que los diferencian. Tiene la función de infundir sentido al cuerpo, al añadir capas de significados culturales, que, debido a estar tan próximas al cuerpo, se confunden como naturales.
El ejemplo más despiadado que podemos ver son los indicadores de los lavabos para hombres y para mujeres, que muestran casi invariablemente a los hombres con pantalón y a las mujeres con falda. Las prendas, en este caso, son el único distintivo, sirven para connotar la feminidad y la masculinidad.