Modelos éticos en bioética

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El modelo subjetivista o liberal-radical:

La referencia última y suprema del juicio ético es la libertad: es lícito lo q es libremente querido, libremente aceptado y no daña la libertad d los demás. Este modelo realza un aspecto fundamental d la referencia ética, q es el valor de la libertad. Este es un valor q todos debemos defender, y en el q este modelo pone la prioridad. La principal debilidad de este método está en que, desde un punto de vista estrictamente ético, al establecer una jerarquía de valores es evidente que hay valores que anteceden a la libertad. Por ejemplo, el derecho a la vida antecede a la libertad: todo acto libre lo es de un hombre que actúa libremente. Sin vida humana, no es posible ser libre.

El modelo pragmático-utilitarista:

Este modelo pone considera q lo importante en la vida es lo realmente útil y práctico, y busca su justificación en el utilitarismo social. Es una posición bastante difundida en algunos centros y comités d bioética. El principio básico es el del cálculo de las consecuencias d la acción con base en la relación costo/beneficio, pero dicho principio no puede ser aplicado d manera última y fundamental «sopesando» bienes q no sean comparables por no ser homogéneos entre sí, como cuando se confrontan los costos en dinero con el valor d una vida humana. El criterio d la utilidad no puede ser nunca el último en bioética: siempre debe considerarse y evaluarse el criterio d utilidad teniendo en cuenta la finalidad del acto médico, q es la salud de una persona enferma. El fin d nuestras acciones lo marca d modo último la dignidad d la persona enferma, y no otros tipos d criterios d utilidad.

El modelo sociobiológico:

Este modelo parte de la base d q la sociedad en su evolución produce y cambia los valores y las normas, d manera q le resulten funcionales para su desarrollo, d un modo equivalente al q se produce modifican los órganos y la estructura biológica d los seres vivos debido a la evolución. El empuje evolutivo, q arranca del «egoísmo biológico» o instinto d conservación d uno mismo, encuentra cada vez nuevas formas d adaptación, entre las cuales el derecho y la moral serían su expresión cultural. Se trata, en definitiva, d una ideología en la q no es posible reconocer ni una unidad estable ni la universalidad d los valores, ni una norma válida por siempre para el hombre d todos los tiempos. aporta como valor importante la atención al equilibrio evolutivo del ecosistema. hay que tener en cuenta q, para q un acontecimiento se pueda entender como progreso, o en su caso como un retroceso, es necesario hacer referencia a un valor que permita evaluarlo. Es preciso, por tanto, que el progreso haga referencia a un valor que lo haga auténtico, por el que pueda medirse, y que necesariamente estará por encima de criterios sociobiológicos.

El modelo contractualista:

El contractualismo está basado en el criterio d un acuerdo intersubjetivo estipulado por Ja comunidad ética, es decir, x todos cuantos tienen la capacidad y la facultad d decidir. El compromiso mutuo entre el paciente y el profesional sanitario previamente establecido es fuente de moralidad para las acciones q vayamos a realizar con él. El consenso social d la «comunidad ética» justifica, según este autor, la infravaloración de todos aquellos que no forman parte todavía de la comunidad (embriones, fetos y niños) cuyos derechos dependerían, por tanto, de los adultos y que, en definitiva, no son considerados como personas. De esta manera, también son infravalorados, al «no ser personas», los que no han logrado su inserción social.

El modelo personalista:

En el panorama cultural actual, la concepción personalista es la q sostiene el primado y la intangibilidad d la persona humana, considerada como valor principal, punto de referencia, fin y no medio. Se parte d la base d q la persona humana es digna en virtud d su propio ser, y no en virtud d lo que tiene. Plantea q desde este fundamento se puede construir una bioética plenamente respetuosa con la dignidad última d la persona humana.

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