El Estado Moderno: Orígenes, Características y la Visión de Locke sobre la Ciudadanía
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El Estado Moderno: Orígenes y Características Fundamentales
El Estado moderno comenzó a gestarse en el siglo XIV, en un contexto de intensas luchas entre los emperadores del Sacro Imperio Romano y el Papado. Este modelo de Estado encontró su configuración definitiva en los Estados Nacionales que se construyeron a lo largo de los siglos XV y XVI. El progreso económico, el desarrollo de las ciudades y la aparición de la burguesía fueron factores clave que debilitaron a la nobleza e impulsaron el poder de los reyes.
La intervención del Estado moderno en la vida de sus ciudadanos fue tan profunda y su papel tan amplio y diferente al que desempeñaban las estructuras de poder en sociedades anteriores, que algunos autores sitúan en la Edad Moderna la aparición del concepto de Estado tal como lo conocemos. El primero en utilizar el término "Estado" fue el influyente filósofo político italiano Nicolás Maquiavelo en su obra cumbre, El Príncipe.
Características del Estado Moderno
Las principales características que definen al Estado moderno son:
- Poder soberano: Es un poder originario e inapelable que se ejerce sobre un territorio y una población determinada, y cuyas leyes obligan a todos sus habitantes.
- Monopolio de la violencia: Posee el poder coercitivo, es decir, el monopolio legítimo de la violencia. Puede imponer por la fuerza el cumplimiento de las leyes, valiéndose para ello de instituciones como la policía y el ejército.
- Capacidad de recaudación: Tiene la facultad de recaudar los recursos económicos necesarios para el funcionamiento del sistema y la provisión de servicios públicos.
- Burocracia: Para administrar los recursos y atender las necesidades de sus componentes, el Estado se vale de un cuerpo de personas especializadas y organizadas jerárquicamente, conocido como burocracia.
John Locke y el Fundamento de la Ciudadanía
Posiblemente, sea el contractualismo de John Locke el que fundamenta la ciudadanía con mayor precisión y rigor. Para llegar al contrato social (hay que tener en cuenta que se trata de un artificio teórico), Locke parte de la premisa de que el ser humano es libre y que, en el estado de la naturaleza, vive disfrutando libremente de sus derechos fundamentales: la vida, la libertad y la propiedad privada.
Surge entonces la pregunta: si aislado de los demás vive bien, ¿por qué se une a ellos mediante un contrato? ¿Por qué renuncia a algunos de sus derechos? El estado de la naturaleza plantea, según Locke, un problema crucial: cuando alguien lesiona los derechos de otro, el ofendido tiene derecho a castigarle. Sin embargo, la aplicación de este castigo puede variar drásticamente; algunos lo hacen con dureza, mientras que otros castigan más benignamente. Existe, pues, una incertidumbre sobre cómo se aplicará la justicia a quienes no respetan los derechos de los demás.
Es precisamente para evitar esa incertidumbre que se realiza el contrato social. La autoridad que emerge de este pacto tiene como función primordial salvaguardar la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos. Los individuos ceden al gobernante solo aquella parte de su libertad que tiene que ver con las funciones específicas que se le han otorgado en el pacto. Los gobernantes no poseen más poder que el que les ha sido conferido por quienes realizan el pacto; al margen de estos poderes recibidos, no pueden atribuirse ningún otro.