El Moulin de la Galette de Renoir: Un Retrato Vibrante del París Impresionista

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El Moulin de la Galette: Un Icono del Impresionismo y la Vida Parisina

Uno de los templos del ocio parisino era Le Moulin de la Galette, un verdadero molino abandonado situado en la cima de Montmartre, un paraíso de la bohemia parisina, habitado por artistas, literatos, prostitutas y obreros. Los domingos y festivos, Le Moulin se llenaba de la población del barrio para bailar. Una orquesta amenizaba la danza, mientras que alrededor de la pista se disponían mesas bajo los árboles para aprovechar la sombra.

La Representación de la Vida Moderna en la Obra de Renoir

En su deseo de representar la vida moderna —elemento imprescindible para los impresionistasRenoir inmortaliza este lugar en uno de los lienzos míticos del Impresionismo. Su principal interés —al igual que en Desnudo al sol o El columpio— es representar las diferentes figuras en un espacio ensombrecido con toques de luz, recurriendo a tonalidades malvas para las sombras.

Personajes y Escenas Cotidianas

En las mesas se sientan los pintores Lamy, Goeneutte y Georges Rivière, junto a las hermanas Estelle y Jeanne y otras jóvenes del barrio de Montmartre. En el centro de la escena bailan Pedro Vidal, pintor cubano, junto a su amiga Margot; al fondo se encuentran los también pintores Cordey, Lestringuez, Gervex y Lhote.

Dominio de la Composición y la Perspectiva

El efecto de multitud ha sido perfectamente logrado, ya que Renoir recurre a dos perspectivas para la escena:

  • El grupo del primer plano ha sido captado desde arriba.
  • Las figuras que bailan al fondo se ven en una perspectiva frontal.

Esta mezcla de perspectivas era muy del gusto de Degas, siendo empleada también por otros artistas. La composición se organiza a través de una diagonal y en diferentes planos paralelos que se alejan, elementos clásicos que el pintor no olvida. Las figuras están ordenadas en dos círculos: uno más compacto alrededor de la mesa y otro más abierto en torno a la pareja de bailarines.

Atmósfera y Legado de la Obra

La sensación de ambiente se logra al difuminar las figuras, creando un efecto de aire alrededor de los personajes. La alegría que inunda la composición hace de esta obra una de las más impactantes no solo de Renoir, sino de todo el grupo, convirtiéndose en un testimonio de la vida en el París de finales del siglo XIX. El propio Renoir comentó que necesitó alquilar una mansión rodeada de un gran jardín en Montmartre para pintar el lienzo, lo que perjudicó su precaria economía.

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