Movimiento Obrero y Reinado de Isabel II en la España del Siglo XIX

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El Movimiento Obrero y Campesino en España (Siglo XIX)

En 1864 se creó la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), impulsada por obreros franceses y británicos. Esta asociación pretendía conseguir la emancipación económica y social de la clase obrera y terminar con la división en clases de la sociedad liberal.

En 1871 se produjo en la AIT un enfrentamiento entre las tendencias de Karl Marx y Mijaíl Bakunin: Marx defendía que la clase obrera tenía que organizarse en un partido propio para conquistar el Estado. Por otro lado, Bakunin rechazaba cualquier participación política del proletariado y quería la destrucción del Estado. Este enfrentamiento ideológico provocó la división de la AIT en dos corrientes: la socialista y la anarquista.

Tras el fin de la I República, durante la cual el movimiento obrero tuvo un papel destacado, el general Serrano prohibió las asociaciones obreras.

Corrientes Principales

Socialismo Marxista

En el año 1879, Pablo Iglesias fundó el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) dentro de la corriente marxista, aunque durante este periodo inicial no tuvo mucha incidencia en la vida política. En 1888 se creó el sindicato socialista Unión General de Trabajadores (UGT). Una de sus principales iniciativas fue la promoción de la celebración del Día Internacional de los Trabajadores (1 de Mayo).

Anarquismo

El anarquismo fundó la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española), con especial implantación entre los obreros de la industria textil en Barcelona y los jornaleros andaluces. El movimiento anarquista se dividió internamente: por un lado, los partidarios de la acción directa y violenta (propaganda por el hecho), y por otro, quienes defendían la acción sindical (anarcosindicalismo). Las acciones violentas, como atentados, perjudicaron la imagen pública del anarquismo.

Catolicismo Social

La publicación de la encíclica Rerum Novarum por el Papa León XIII en 1891 supuso el reforzamiento de los Círculos Obreros Católicos. La Iglesia constituyó el Consejo Nacional de las Corporaciones Católicas Obreras.


Etapas Clave del Reinado de Isabel II (1833-1868)

En el reinado de Isabel II (1833-1868) podemos destacar dos grandes periodos: el periodo de las Regencias y el reinado personal.

Periodo de las Regencias (1833-1843)

Durante la minoría de edad de Isabel II, se sucedieron las regencias de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y posteriormente del general Espartero.

Regencia de María Cristina (1833-1840)

Esta etapa estuvo marcada por la Primera Guerra Carlista (1833-1840), un conflicto dinástico e ideológico que enfrentó a los liberales (isabelinos) contra los absolutistas (carlistas), defensores del infante Carlos María Isidro, tío de Isabel. La guerra se inclinó finalmente hacia el bando liberal.

Durante esta regencia se sentaron las bases institucionales del Estado liberal, con hitos como la promulgación del Estatuto Real de 1834 y, posteriormente, la Constitución de 1837. Se puso fin al régimen señorial y se llevó a cabo la desamortización de Mendizábal (1836-1837), que expropió bienes eclesiásticos.

Regencia de Espartero (1840-1843)

La resistencia de la regente María Cristina a aceptar ciertas reformas progresistas, como la elección democrática de los alcaldes, provocó un levantamiento que la obligó a renunciar. El general Baldomero Espartero, héroe de la guerra carlista y líder del Partido Progresista, fue nombrado regente.

Su regencia, de carácter autoritario, generó oposición tanto de moderados como de algunos progresistas. Finalmente, un pronunciamiento militar liderado por el general Ramón María Narváez (del Partido Moderado) puso fin a su regencia en 1843.

Reinado Personal de Isabel II (1843-1868)

Ante la inestabilidad política y los continuos enfrentamientos entre progresistas y moderados, las Cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II a los 13 años. Este periodo estuvo dominado en gran medida por el Partido Moderado, aunque con alternancias.

La Década Moderada (1844-1854)

Bajo el liderazgo principal de Narváez, se consolidó un régimen liberal conservador. Se aprobó la Constitución de 1845, de carácter moderado. Se creó la Guardia Civil (1844) para mantener el orden público, especialmente en el ámbito rural. Se firmó el Concordato con la Santa Sede (1851) para regular las relaciones Iglesia-Estado tras la desamortización. Se impulsó una política económica centralista y se sentaron bases para el desarrollo industrial y ferroviario.

El Bienio Progresista (1854-1856)

El desgaste moderado y el descontento social culminaron en un pronunciamiento militar conocido como la Vicalvarada (1854), liderado por O'Donnell, al que se sumaron los progresistas. Esto dio inicio al Bienio Progresista.

Durante este breve periodo, se intentaron retomar reformas progresistas, como la Desamortización de Madoz (1855), que afectó a bienes municipales y estatales.

Los Gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863)

Tras la inestabilidad del Bienio, llegó al poder el general Leopoldo O'Donnell al frente de un nuevo partido de centro, la Unión Liberal, que intentaba aglutinar a los sectores más moderados de los progresistas y los más abiertos de los moderados. Esta etapa, conocida como el "gobierno largo" de O'Donnell (1858-1863), se caracterizó por una relativa estabilidad política y un cierto crecimiento económico (expansión ferroviaria, inversiones extranjeras), así como por una activa política exterior (intervenciones en Marruecos, México, Conchinchina).

Crisis Final del Reinado (1863-1868)

El periodo final del reinado (1863-1868) estuvo marcado por una profunda crisis política, económica y social. La alternancia en el poder se volvió inestable, con gobiernos moderados cada vez más autoritarios. La oposición (progresistas, demócratas y republicanos) se unió progresivamente, firmando el Pacto de Ostende (1866), convencidos de que cualquier cambio real solo era posible derrocando a la monarquía de Isabel II.

Una grave crisis financiera (1866) y una crisis de subsistencias agravaron la situación, aumentando el descontento popular.

Nota: El periodo que sigue a la caída de Isabel II (1868-1874) se conoce como Sexenio Democrático o Revolucionario, no absolutista.

Aspectos Destacados del Reinado

  • Consolidación del Estado liberal en España, aunque con un carácter predominantemente moderado y oligárquico.
  • Fuerte protagonismo de los militares (espadones) en la vida política, a través de pronunciamientos y liderando partidos (Narváez, Espartero, O'Donnell, Prim).
  • Construcción de las bases de la España contemporánea: centralización administrativa, sistema educativo, infraestructuras (ferrocarril), sistema financiero.
  • Constantes tensiones políticas entre las diferentes facciones liberales (moderados, progresistas) y la exclusión de otras fuerzas (demócratas, republicanos).
  • Inicio del movimiento obrero organizado en España.

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