Movimiento Obrero Siglo XIX: Del Ludismo a las Demandas Políticas del Cartismo

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Orígenes de la Conciencia Obrera y el Movimiento Ludita

La toma de conciencia de la clase obrera se manifestó tempranamente, destacando el temor a los efectos de la mecanización, como el paro y la competencia salarial. Ello dio lugar a los movimientos mecanoclastas (ludismo).

Estos movimientos tenían principalmente dos objetivos:

  • Oponerse a la introducción de máquinas que amenazaban el empleo.
  • Servir como medio de presión sobre los patronos para obtener reivindicaciones laborales.

Las acciones luditas no solo se dirigían contra las máquinas, sino también contra la materia prima, los productos terminados y la propiedad privada de los empresarios. Este movimiento destaca por su alto grado de organización y por un carácter insurreccional, próximo a postulados revolucionarios. Fue uno de los primeros movimientos organizados contra un orden social emergente, el capitalista, que imponía un acelerado proceso de proletarización.

El ludismo aglutinó a diversos grupos:

  • Trabajadores manuales de las manufacturas tradicionales.
  • Asalariados del domestic system (trabajo a domicilio).
  • Campesinos asalariados.
  • Pequeños productores independientes amenazados por la industrialización.

En Gran Bretaña, estas acciones derivaron en la destrucción masiva de máquinas que dejaban sin trabajo a los obreros o provocaban la baja de los salarios. Alcanzaron su punto culminante entre 1811 y 1816, dando lugar a enfrentamientos directos con el ejército y a un endurecimiento drástico de la legislación, que llegó a castigar la destrucción de máquinas con la pena de muerte.

Esta reacción violenta se explica por los graves problemas que afrontaban las clases trabajadoras:

  • Paro generalizado.
  • Miseria extrema.
  • Alza constante de los precios de productos básicos.
  • Una legislación, influida por el liberalismo económico, que les negaba el derecho a asociarse y a mejorar colectivamente sus condiciones de vida.

También en el continente europeo hubo manifestaciones similares, como en Francia y España, aunque con menor intensidad que en Gran Bretaña.

El Cartismo: La Lucha por los Derechos Políticos

El movimiento cartista se benefició, en parte, de los primeros fracasos del sindicalismo más puramente reivindicativo. La continuación de las malas condiciones de trabajo y el escaso poder adquisitivo impulsó a muchos obreros a pensar que reducir sus acciones únicamente a reivindicaciones laborales no les llevaría lejos. Se volvió entonces la mirada hacia la lucha política, concretamente hacia la demanda del sufragio universal masculino.

En 1838, se presentó la Carta del Pueblo (People's Charter), que dio nombre al movimiento. El programa cartista se centraba en cuestiones políticas fundamentales:

  • Sufragio universal masculino (para mayores de 21 años).
  • Supresión del requisito de ser propietario para ser elegido diputado.
  • Voto secreto.
  • Renovación anual del Parlamento.
  • Pago de dietas a los diputados (para permitir el acceso a los trabajadores).
  • Distritos electorales equitativos.

Era una petición clara de democracia política y social. Sin embargo, el cartismo albergaba posturas ideológicas contrapuestas, desde sindicalistas y cooperativistas hasta socialistas y radicales.

La línea principal fue la política: se pretendía conseguir el sufragio universal masculino como herramienta para que los obreros pudieran legislar en favor de la mejora de sus condiciones de vida y de trabajo. Fue un movimiento que aglutinó tendencias socialistas y demócratas, pero no fue unitario en sus formas de acción, oscilando entre la presión moral y la amenaza de huelga general.

La Carta del Pueblo fue rechazada por el Parlamento británico en varias ocasiones (1839, 1842 y 1848). El cartismo acabó desapareciendo hacia mediados de siglo sin lograr ninguno de sus objetivos inmediatos. No obstante, demostró la capacidad de organización de amplias masas de obreros y vislumbró la posibilidad de mejorar las condiciones de la clase trabajadora por la vía democrática y parlamentaria.

El fracaso del cartismo condujo al movimiento sindical británico, en las décadas siguientes, hacia métodos más pacíficos y la negociación colectiva para la consecución de mejoras sociolaborales concretas.

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