La Muerte de Dios y el Surgimiento del Superhombre: El Legado de Nietzsche

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La Muerte de Dios

La existencia de Dios había entrado en crisis. Sin embargo, a pesar de que la intelectualidad cada vez consideraba más que no había Dios, la mayoría de las instituciones que habían garantizado y legitimado esto a lo largo de la historia permanecían inamovibles, como si ese acontecimiento no les afectara.

Nietzsche anuncia justamente las consecuencias que la muerte de Dios tendrá para el ser humano, consecuencias que todavía no han llegado a conocerse, ya que Dios era el ordenante del orden moral, político y legal, de la verdad, del conocimiento y de la misma naturaleza, del sentido del mundo y de toda existencia. Entonces, su muerte tendrá que tener repercusiones en todos esos campos.

Esto no significa que ya no se crea en Dios, sino que todo lo que ha sustentado en éste paulatinamente se está desmoronando, aunque los hombres todavía no han tomado conciencia de sus consecuencias. La frase “Dios ha muerto” acuñada por Nietzsche significa que Dios, como síntesis del fundamento suprasensible de todo lo real, ha perdido toda su fuerza obligatoria.

Así, al quitarle al mundo suprasensible la pretendida función ordenadora de nuestras existencias, nos hemos quedado sin brújula, sin sentido que darle a esta vida.

Nihilismo

Cuando las consecuencias de la muerte de Dios lleguen, y antes de que venga el superhombre, aparecerá el nihilismo. Este sigue siendo expresión de la decadencia, pero en este caso es expresión de la decepción que sienten aquellos que aceptaron ese mundo de verdades objetivas, y ven ahora como todo esto se derrumba.

En esa circunstancia, el nihilista deja de creer en cualquier cosa, dedica su vida a la crítica sistemática de cualquier verdad, a la negación de cualquier valor cognoscitivo y moral, en la idea de que si no existen verdades y morales absolutas, nada tiene ya sentido; y en esto consiste más propiamente el nihilismo, en negar todo sentido a la vida.

Sin embargo, eliminados los falsos valores queda abierta otra posibilidad, distinta al nihilismo, la de crear nuevos valores, pero crearlo desde unos instintos que amen la vida.

El Superhombre

Este tiene como función recobrar el sentido de la vida, pero sin ponerlo más allá del mundo, transcendente a éste, y por tanto, su misión tiene que ver con santificar la Tierra. Esta es ahora lo sensible, y ocupará el papel que la decadencia había reservado a Dios.

La manera de conseguir esto es a través de un acto de voluntad, que no es más que expresión de los instintos de vida que constituyen al ser humano. Ese acto de la voluntad consistirá en un acto de valoración y creación de nuevos valores.

El superhombre es un héroe futuro; un filósofo por venir que comprenderá las grandes verdades de la muerte de Dios, y comprenderá cuál es la esencia de la vida. Y a través de él podrá manifestarse la vida.

Nietzsche no se considera a sí mismo el superhombre, más bien su anunciador. Y en este trata de preparar al mundo para su venida, y lo hace destruyendo los valores existentes de su cultura.

El superhombre, que dice sí a la vida y a los valores propios de ésta, ha de experimentar una triple metamorfosis de su espíritu:

  1. Camello: Animal sumiso, simboliza a los que se conforman con obedecer ciegamente.
  2. León: El gran nihilista, símbolo de la negación de todos los valores tradicionales.
  3. Niño: Simboliza el vivir libre de prejuicios, la libertad absoluta.

Crítica a la Moral

Como crítica a la moral, Nietzsche entiende la moral como aquello que se opone a la vida, que impone normas contra los instintos vitales. Que este se oponga a la erradicación de los instintos no significa que esté proponiendo la vuelta al salvajismo moral. Su idea más bien pasa por considerar que es la vida la que debe considerarse el centro desde el que juzgar lo qué sea realmente bueno y malo.

“Bueno” será lo que favorezca la vida, mientras que “malo” se convertirá en todo aquello que odie, la niegue y, en definitiva, la rechace.

Como no podía ser de otra forma, la moral de occidente hunde sus raíces en el platonismo y se extiende gracias a la metafísica cristiana. El mundo de las Ideas platónico acabó convertido en el reino de los cielos. Como consecuencia, lo más auténtico del ser humano no se encuentra en esta vida, sino en la otra, en el más allá. Por eso afirmará que “la vida acaba donde empieza el reino de Dios”.

De este modo la moral impuesta a occidente se ha convertido en un sistema de vida decadente y de nihilismo.

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