El trabajo de las mujeres en la economía política clásica: un análisis crítico
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Precursores: el trabajo de las mujeres y la economía política
Introducción
Según la escuela clásica, la economía política era la ciencia social encargada de investigar las leyes que regulaban la producción y distribución de los medios materiales destinados a satisfacer las necesidades humanas (Barbé, 1996), una visión de la economía claramente distinta a la que se impondrá tras 1870 con el éxito de la aproximación marginalista1. Del aparato teórico desarrollado por esta escuela, nos interesa en particular el marco con el que los clásicos ingleses analizaron el trabajo, un marco dependiente en gran parte de la teoría del salario que Adam Smith - siguiendo la línea ya iniciada por sus predecesores - desarrolló en “La Riqueza de las Naciones”. Por ello, este artículo comienza exponiendo brevemente la economía laboral smithiana para continuar, con la teoría de salarios de Ricardo y la doctrina del fondo de salarios formulada por los ricardianos. El objetivo de esta exposición será mostrar el carácter inherentemente institucional que subyacía tras las teorías clásicas del salario y recuperar un aspecto fundamental del mercado de trabajo clásico, que se fue perdiendo con el paso a la doctrina del fondo de salarios y a la economía neoclásica contemporánea. Nos referimos al vínculo sistémico entre el subsistema de (re)producción de bienes y el subsistema de (re)producción de personas - una relación perceptible en la propia definición de salario - condición básica para abordar el estudio del mercado laboral y de las actividades económicas productivas y reproductivas.
Ahora bien, la mayoría de autores de esta escuela apenas prestaron atención al trabajo femenino, de hecho, Smith y el resto de clásicos - con la excepción de John Stuart Mill - ejercieron una notable influencia sobre la consolidación de una visión (parcial) de ‘lo económico’ que margina a las mujeres y a las actividades que éstas realizan del campo de estudio de la economía2. Con el fin de poner de manifiesto el sesgo de género del discurso clásico, se ha dedicado un segundo apartado a rastrear sobre todo, en torno a la obra de Smith - la visión clásica respecto al trabajo de las mujeres. Dicha selección se justifica no sólo por la influencia que ejerció Smith sobre sus epígonos, si no también porque su tratamiento del trabajo resulta básico para comprender el desarrollo de las teorías laborales actuales y, específicamente, la interpretación que proponen dichas teorías del trabajo y el empleo femeninos.
Ciertamente, hubo otros economistas cuyas aportaciones resultaron decisivas para el posterior desarrollo de la Economía, muchos de ellos enmarcados fuera de la corriente clásica3, no obstante, limitaciones de tiempo y espacio nos han obligado a restringir el
1 El marginalismo vería la economía como la ciencia del comportamiento racional. Considérese, por ejemplo, la tantas veces citada definición de Robbins: “La Economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación”(Robbins, 1944: 39).
2 Por visión entendemos, como dice Schumpeter “ese acto cognoscitivo preanalítico que (...) no sólo tiene que anticiparse históricamente al nacimiento del esfuerzo analítico en cualquier campo, sino que también tiene que volver a introducirse en la historia de toda ciencia establecida cada vez que alguien nos enseña a ver cosas bajo una luz cuya fuente no se encuentra en los hechos, métodos y resultados del estado anterior de la ciencia” (Schumpeter, 1995: 78), aunque adoptamos la interpretación que expone tan lúcidamente Maurice Dobb (1988) en la introducción a su libro sobre teorías del valor: la visión como inevitablemente ideológica.
3 Consúltense al respecto, los trabajos de Blaug (1973) ; Screpanti y Zamagni (1997); Ekelund y Hérbert