Mujeres en el Mercado Laboral: Desafíos y Perspectivas de Género
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La incorporación de las mujeres y sus dificultades de acceso al trabajo asalariado, así como las diferencias en el uso del tiempo entre trabajadores y trabajadoras, son aspectos que han empezado a recibir atención desde la segunda mitad del siglo pasado. La realización de actividades domésticas, el salario del cónyuge, su propia expectativa salarial, el nivel educativo o el número de hijos son factores que condicionan la "elección" de las mujeres entre la actividad laboral o el trabajo familiar.
Se ha analizado el funcionamiento del mercado de trabajo desde la óptica de la demanda de trabajo (oferta de empleo), destacando cómo los empresarios hacen un uso intensivo de mano de obra femenina para cubrir empleos del menos favorecido factor periférico de la economía, dejando a los varones una mayor proporción de puestos de trabajo en el sector central.
Así, los análisis de género evidencian las dificultades de las mujeres en una cultura de trabajo, en general, masculina y la necesidad de reflexionar sobre una identidad y una cultura del trabajo femeninas.
Los puntos de vista más optimistas consideran el incremento de la actividad laboral femenina como el máximo exponente de modernización. La incorporación de un buen número de mujeres al empleo asalariado en el último tercio del siglo XX fue un acontecimiento de gran importancia en nuestro país, pero magnificarlo y confundirlo con el final de la división sexual del trabajo es un error que conviene evitar.
Cada vez se percibe más difícil la vuelta atrás y se afianza la imposibilidad de un retorno a la exclusividad doméstica, sobre todo, para aquellas mujeres con experiencia de trabajo asalariado o con altas expectativas profesionales. Los altos niveles de paro de larga duración y las elevadas tasas de paro entre mujeres de edades intermedias que buscan su primer empleo, son un síntoma de la alta selectividad del mercado de trabajo que han de superar las mujeres.
La persistencia de la segmentación sexual del empleo, que es un indicador de desigualdad, en algún momento de crisis, puede proteger el empleo femenino en función de cuáles sean los sectores y ramas de actividad más afectados.
Las trayectorias laborales de algunos grupos de trabajadoras se van aproximando a las trayectorias masculinas. Sin embargo, están apareciendo nuevas formas de desigualdad por razón de género. Las desigualdades se expresan, por ejemplo, en el recrudecimiento de la situación de cara al mercado para algunos grupos concretos, fundamentalmente casadas, separadas o divorciadas con niveles de estudios no muy elevados y que buscan un primer empleo. Este grupo tiene muchas más dificultades para competir contra mujeres jóvenes sin compromisos familiares y con recorridos educativos más largos.
Problemas en el Ámbito Laboral y la Construcción Social de Género
Para comenzar con los problemas que expresa en el terreno laboral la construcción social de las identidades masculinas y femeninas, distinguiremos cuatro tipos de cuestiones:
- La comprobación de la similitud entre los trabajos asalariados más frecuentes de las mujeres con las actividades domésticas típicas.
- La segregación horizontal.
- La segregación vertical.
- La menor remuneración del conjunto de las trabajadoras en relación a la del total de varones ocupados.