Mujeres en prisión: ¿Desigualdad o menor ruptura de normas?

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CAP2. “QUEREMOS UN 50 POR 100 DE MUJERES EN…LAS CARCELES”

¿Por qué solo hay un 10 por 100 de mujeres en las cárceles cuando representan la mitad de la población?

Bien entendido que los presos son solo la punta del iceberg de la ruptura de normas. Y las respuestas posibles son dos: hay menos mujeres en prisión porque son más listas que los hombres y consiguen burlar mejor el sistema de justicia, y la otra, porque rompen menos con la norma en general y con las normas sancionadas por el código penal en particular.

La primera se basa más en prejuicios y mitos, mientras que la segunda se basa en datos estadísticos y argumentos racionales. Curiosamente, la explicación “racional” asume la desigualdad, y la “irracional” presupone una igualdad entre ambos sexos.

Las dos respuestas explican poco la realidad. La primera lleva a que nos preguntemos cómo es posible que la misma sociedad que discrimina a la mujer, tratándola como inferior, crea que es maestra en las malas artes. La segunda se pregunta cómo es posible que la mujer rompa menos con la norma en la sociedad moderna que tanto ha avanzado en materia de igualdad.

SUPERIOR PERO INFERIOR

Aquellos que conceden al inferior un papel artificialmente superior, creyendo que la mujer está menos en la cárcel porque es más lista que el hombre, pueden referirse a que la mujer constituye un tipo de delincuente más perspicaz, inteligente y astuto, o bien es más cruel a la hora de cometer el delito.

Ambas manifestaciones de superioridad desatan consecuentemente dos tipos de reacciones: o bien admiración y atracción, o bien temor y miedo. La combinación de los dos es una bomba que explota a los pies de la mujer de dos formas diferentes: bien endiosándola e idealizándola o bien desvalorizándola, anulándola para defenderse de la sensación abrumadora de ser anulado por ella.

Esta última es la que ha dado lugar a la persecución histórica de la mujer. La maldad en la mujer actúa con doble sentido: perversidad y seducción. Puede que su crueldad llame más la atención en el grado superlativo de la misma cuando la forma que se dio, pero al venir envuelto en un papel de seda de la seducción y atracción, el resultado final es más impactante.

Ahora bien, la ambivalencia no es en absoluto un tema del pasado. La visión general de la mujer se vuelve ambigua de nuevo: es superior y al mismo tiempo inferior. La ambigüedad que algunos hombres viven de forma tan conflictiva que acaban por maltratarla psicológica y físicamente. Es obvio que esto tendrá repercusiones en la ruptura de normas, no solo a la hora de ser víctimas, sino también a la hora de ser infractoras.

Manteniéndose tan ocupada y en ciertas ocupaciones, la mujer no tendrá tantas oportunidades para desobedecer.

DOBLE MORDAZA

La mordaza puede ser utilizada como símbolo que ayuda a explicarnos por qué la mujer comete menos delitos que el hombre. Las mujeres rompen menos con la norma, en general, porque tienen menos oportunidades. Guardianas del hogar y del hijo, ese doble papel funciona como una doble mordaza que le impide expresar su lado infractor.

La mujer no es más buena por ser mejor que el hombre sino porque no se le permite la libre expresión de su naturaleza, que es tan buena y mala, como la del hombre.

CABALLEROSIDAD PUEDE SER UNA TRAMPA

Algo aparentemente positivo (como mejores notas) no lo es tanto porque la razón de fondo esconde una discriminación en el trato, la cual tiene consecuencias negativas, a saber: super-socializa a las chicas con lo cual se asegura en el futuro la reproducción sexual de la sociedad patriarcal.

Algunos autores han detectado un trato preferencial por parte de los jueces, policías o funcionarios de prisiones a mujeres detenidas o condenadas por los mismos delitos que un hombre. La preferencia desaparecía si la mujer en cuestión era joven y ostentaba rasgos y comportamientos varoniles. Como si tuviera que pagar un precio por prescindir del modelo de feminidad clásica.

La discriminación positiva hacia la mujer en el terreno de ruptura de normas no es tan positiva como pueda parecer a primera vista.

LA HIPÓTESIS DE LA CONVERGENCIA

Las chicas comienzan a dar muestras de rebeldía y desobediencia en la misma y superior medida que los chicos en aquellos terrenos donde se da más tolerancia social con la ruptura de normas (tabaco, alcohol, sexo). Allí donde romper la norma acarrea riesgos, la mujer arriesga menos. Pero ello se debe a que está más vigilada.

La mujer española joven actualmente todavía es objeto de cierta mordaza, ahora bien, aun suponiendo que la adolescente de hoy pasara el mismo tiempo en casa que su tatarabuela habría que observar sus reacciones, saber hasta qué punto están de acuerdo o se resignan con este hecho. Al preguntar a chicos y a chicas encontramos que se sienten más agobiadas o en tensión, que se aburren más en casa y que admiten la necesidad de disfrutar al máximo la vida.

CONCLUSIÓN

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