Música Sacra y Profana del Renacimiento
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Giovanni Pierluigi da Palestrina: Misa del Papa Marcelo
Según la tradición, esta misa, escuchada en una sesión del Concilio de Trento, influyó en la decisión de no eliminar el canto polifónico de la liturgia. Además, sirvió para establecer las directrices de la música a varias voces, lo que luego se conocería como Polifonía Clásica, un estilo que perduró hasta el siglo XX. En realidad, fueron algunas composiciones de Jacobus de Kerle las que marcaron estas guías estéticas. Dedicada al Papa Marcelo, esta obra se considera prototípica y la más representativa de las 55 misas de Palestrina, un modelo de estilo clásico: transparencia e inteligibilidad del texto, diatonismo (o escaso cromatismo), rítmica basada en los contrastes armónicos y la acentuación prosódica del texto. El Kyrie utiliza un lenguaje imitativo parafraseando la melodía gregoriana en las diferentes voces.
Orlando di Lasso: Matona Mia Cara
Además de ser un gran compositor de madrigales y música profana, junto con Palestrina y Victoria, Lasso es uno de los máximos representantes de la música católica posterior al Concilio de Trento. Pertenece a la última generación de compositores franco-flamencos y estuvo al servicio de los papas en Roma. Sus madrigales, junto con los de Cipriano de Rore, marcan la entrada de este género en la época clásica. Aunque sus primeros madrigales son simples, a partir de 1555 Lasso complica su estilo incorporando recursos expresivos e intentando trasladar a la música el simbolismo del texto. Matona Mia Cara, escrita con una concepción más próxima a la armonía que a la polifonía, destaca por su métrica regular. Como originalidad, utiliza onomatopeyas como recurso expresivo y colorista, además de un uso moderado de disonancias.
Juan del Enzina: Todos los Bienes del Mundo
El Cancionero de Palacio (o de Barbieri) contiene música de finales del siglo XV, incluyendo piezas anónimas en géneros relacionados con la música popular (como romances, panxoliñas, y canciones). Entre los autores, Juan del Enzina destaca por ser músico y poeta del Renacimiento. Todos los Bienes del Mundo es un villancico a 4 voces de carácter moralizante, con temas renacentistas como la fugacidad de la vida y la permanencia de la memoria a través de la fama. Es una composición estrófica y homofónica, donde las voces pueden ser sustituidas o dobladas por instrumentos según la versión. Consta de diferentes estrofas de métrica similar que concluyen con frases.