Narrativa Española: Exilio, Posguerra y Evolución Social (1940-1960)

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Los novelistas del exilio. Las obras de los novelistas en el exilio fueron poco conocidas o tergiversadas en España a causa de la censura. Se trata de una corriente literaria que evoluciona de manera autónoma. Entre otros, podemos mencionar a Ramón J. Sender (Crónica del Alba), Francisco Ayala (Muertes de perro), Max Aub (El laberinto mágico) y Arturo Barea (La forja de un rebelde).

Novela de Posguerra: Existencialismo y Tremendismo

La década de los 40 narra historias individuales de extremada crudeza. Es el realismo tremendista y existencial que pone el acento en los aspectos más sórdidos y desagradables de la realidad, pero evitando referencias socio-históricas concretas para no chocar con la censura del momento. Se centra en un antihéroe y una sociedad, y plantea temas como la amargura de la vida cotidiana, la frustración y la muerte. Comienza con La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, y Nada, de Carmen Laforet, y continúa con La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel Delibes. También hay tendencias como la novela fantástica y humorística de Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado) o el realismo tradicional más convencional (Ignacio Agustí, Mariona Rebull).

La Novela de los Años 50: El Realismo Social

Con la publicación de La colmena (1951) comienza un cambio de rumbo en la literatura que pretende mostrar críticamente la sociedad española de su tiempo. Se produce un paso del "yo" al "nosotros". En la novela social influyen las técnicas narrativas extranjeras, así como el objetivismo basado en la psicología conductista y el lenguaje del cine. Los conflictos sociales son el eje de estas novelas, en las que el estilo se vuelve deliberadamente coloquial, como forma de acercarse al habla viva. Las principales técnicas narrativas del realismo objetivista son:

  • La reducción al mínimo de la presencia del autor.
  • La eliminación de la introspección y el análisis psicológico.
  • La disolución del argumento en una sucesión de anécdotas.
  • La concentración temporal y espacial.
  • La sencillez estructural.

Ejemplos de esta corriente son La zanja de Alfonso Grosso y Central eléctrica de López Pacheco. Obras fundamentales son El camino y Las ratas de Miguel Delibes, Fiesta al Noroeste de Ana María Matute, Dos días de septiembre de José Manuel Caballero Bonald, Entre visillos de Carmen Martín Gaite, El fulgor y la sangre de Ignacio Aldecoa, y Duelo en el paraíso de Juan Goytisolo. Sin duda, la obra más significativa es El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio. Se desarrollan 16 horas de un domingo veraniego. Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños. La presencia casi total del diálogo contribuye al máximo objetivismo: el autor como una cámara que se limita a filmar los hechos.

La Novela de los Años 60: El Experimentalismo

A partir de los años 60 surge una superación del realismo con la publicación de Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos y La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Se generaliza en la novela el experimentalismo, una nueva forma de narrativa preocupada por los aspectos formales, lo que implica la adopción de nuevas técnicas que difuminan los límites entre los géneros. Las causas principales fueron el agotamiento de la novela social y la incapacidad de la técnica realista. El lector debe asumir un papel activo. Autores significativos son Miguel Delibes con Cinco horas con Mario, Juan Goytisolo con Señas de identidad, Juan Benet con Volverás a Región, Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, y Francisco Umbral con Mortal y rosa.

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