La Narrativa Española de Posguerra: Evolución y Autores Clave (1939-1975)

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La Narrativa del Siglo XX: La Posguerra

La narrativa de posguerra abarca desde 1939 hasta 1975. Muchos de estos escritores, como Ramón J. Sender, pertenecientes a la generación de la preguerra, sufrieron el exilio. La censura les prohibió la difusión y les provocó la autocensura, favoreciendo la producción creativa. La Guerra Civil es un tema común. También rompen con la tradición narrativa (Generación del 98), buscando modelos en literaturas extranjeras, la picaresca o el siglo XIX.

La Novela en el Exilio

Autores como Ramón J. Sender (1901-1982) con Crónica del alba (1942-1966) y El rey y la reina (1949), Rosa Chacel (1898-1994) con La sinrazón (1960), novela de carácter intelectual, Francisco Ayala (1906-2009) con Los usurpadores (1949) y El fondo del vaso (1962), y Max Aub (1903-1972) con Campo de los almendros (1968), Campo abierto (1951) y Campo de sangre (1945), dejaron España por la Guerra Civil (Generación perdida), y sus obras no se conocieron aquí hasta hace poco. Entre los temas que recrean estos novelistas están:

  • El pasado de España, sobre todo la Guerra Civil.
  • La añoranza de España, imaginándose la realidad del país y pensando en el regreso.
  • La condición humana.

La Novela Existencial (1940-1950)

En estas novelas influye la picaresca, el Siglo de Oro y Baroja. Los principales temas son la incertidumbre de los destinos humanos y la ausencia o dificultad de comunicación. En cuanto a las técnicas narrativas, el protagonista suele ser un individuo violento, oprimido en una situación límite. El espacio y el tiempo se reducen a interiores urbanos y pocas horas. Predomina el narrador en primera persona y expresa sus sentimientos y pensamientos mediante monólogos. En el lenguaje, el registro es coloquial. Destacan La sombra del ciprés es alargada (1948), de Delibes; Nada (1945), de Carmen Laforet y La familia de Pascual Duarte (1942), de Cela. Esta última se ha considerado precursora del tremendismo.

La Novela Social (1950-1960)

Destacan Ignacio Aldecoa con El fulgor y la sangre (1954), Jesús Fernández Santos con Los bravos (1954), Juan Goytisolo con La resaca (1958), Miguel Delibes con La hoja roja (1959), Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama (1956), Carmen Martín Gaite con Entre visillos (1957), Luis López Salinas con La mina (1960), Jesús López Pacheco con Central eléctrica (1958), y Camilo José Cela con La colmena (1951). Se aprecian dos tendencias:

  • El objetivismo, donde el escritor es un mero espectador que cuenta la realidad sin opiniones.
  • El realismo social, donde el autor explica y denuncia las injusticias simplificando el estilo y la técnica.

Los temas principales son:

  • La vida rural: se muestran las condiciones infrahumanas de la población rural.
  • La vida urbana: se critica a la burguesía.
  • El mundo obrero: se refleja el proceso de adaptación y los conflictos del mundo rural a la industria.
  • La Guerra Civil: vista desde la infancia o adolescencia.

Las técnicas narrativas son: el personaje suele ser un colectivo, pasivo o luchador. Predomina el tiempo lineal y escaso. El narrador es testigo y en tercera persona, pero sin opinar, influenciado por el behaviorismo. El estilo es sencillo y natural. La forma de expresión es el diálogo.

La Novela Experimental (1960-1970)

Se ve influenciada por la narrativa europea (Proust, Joyce) y la hispanoamericana: La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Los autores más importantes son Luis Martín Santos con Tiempo de silencio (1962); Gonzalo Torrente Ballester con La saga/fuga de J. B. (1972); Miguel Delibes con Cinco horas con Mario (1966); Juan Benet con Volverás a Región (1967); Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa (1966); y Camilo José Cela con San Camilo 1936 (1969). En cuanto a los temas, el autor busca dar un testimonio de la realidad confrontando los diferentes estratos que la componen. Respecto a la renovación de técnicas narrativas, pierde importancia el argumento y aparece el personaje individual en conflicto consigo mismo o con el medio social. En cuanto a la estructura, desaparece el capítulo y se introduce la secuencia, además de romperse el orden cronológico (analepsis, salto al pasado, y prolepsis, salto al futuro). El narrador vuelve a ser omnisciente, pero desde un punto de vista múltiple, y combinando las tres personas. Son importantes las nuevas formas de expresión, como el monólogo interior y las digresiones. En el estilo se recurre a una variedad de registros, figuras retóricas, vulgarismos, mezcla de prosa y verso, cultismos y mezcla de conversaciones en otro idioma.

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